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Ese aforismo típico que señala desde hace tiempo que los niños de hoy creen que los huevos o las lechugas salen directamente de los estantes ... del supermercado y no conocen su verdadero origen, o como mucho apenas albergan alguna idea vaga que no les interesa concretar, se hizo pauta común desde hace décadas, va a más y tiene mayor relevancia de la que aparenta como curiosa anécdota. Porque los niños que ya crecieron con dicho equívoco muchos años atrás se hicieron mayores, tuvieron niños a los que enseñaron lo mismo, o mejor dicho dejaron de enseñar lo que ya no sabían, y así sucesivamente. Y encima han ido ocupándose de cargos públicos, como de responsabilidades al frente de empresas y entidades cuyos cometidos inciden de forma amplia sobre la sociedad en general y contra el normal desenvolvimiento de las actividades agrarias que se encargan de cultivar y producir esas lechugas y esos huevos cuyo origen y vericuetos productivos desconocen, con un efecto multiplicador que abarca a un creciente número de ciudadanos de las actuales generaciones más jóvenes, incluyendo también a parte de las ya no tan jóvenes.
De modo que no es de extrañar que, por ejemplo, esa mayoría social cuestione de continuo por qué las minorías agrarias que se dedican a producir alimentos ocupan tantas tierras que sustraen a la madre naturaleza y a espacios aptos para el solaz ciudadano, utilizan venenos contra plagas, contaminan el suelo con abonos químicos y despilfarran tanta agua hasta poner en riesgo abastecimientos urbanos, secar ríos y lagos, espantar la fauna y acabar en restricciones.
Porque, a todo esto, ¿no es el regadío el que consume la mayor parte del agua? Entonces, ¿por qué no ponerle coto? Y claro, en eso están, en ponerle coto, mientras enfrente, quienes malviven de eso, de cultivar para vender barato y a ver si el año que viene..., y saben que sin agua no hay producto, se quejan y se quejan, pero nunca llegaron a más. Jamás se ocuparon de desplegar una eficaz labor pedagógica en favor del regadío, para enseñar a todo el mundo que los alimentos que compramos en las tiendas salen de donde salen, y que para eso hace falta poner en concurso, con el suficiente conocimiento de múltiples factores, muchas cosas, entre ellas el agua, esencial para que crezcan las plantas y los animales. Sin agua no hay lechugas ni huevos, y si no llueve hay que regar para poder comer. Porque es bastante generalizado, además, que donde más llueve no acompaña el clima, y al revés. Pero todo eso no se enseña en los planes de estudio. Viva la Inteligencia Artificial, que nos hará definitivamente bobos y nos dejará a los pies de los caballos. Si es que quedan caballos.
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