Ojalá redujeran la burocracia

En los últimos meses ha sido una constante. El presidente de la Generalitat ha aprovechado innumerables intervenciones públicas para insistir en su objetivo de eliminar burocracia, consciente, como lo somos todos, o casi todos (hay reacios, porque se benefician), de que se trata de una verdadera lacra de nuestro tiempo; no porque se haya instaurado recientemente, ya que es una bicha que florece desde época inmemorial, sino porque no para de crecer, no ha cesado nunca de multiplicarse, como una hidra con miles de cabezas. De ahí cierta desconfianza ante tan buena intención, que aplaudimos y jaleamos, naturalmente.

Tal es la determinación de Mazón que no se quedó sólo en expresar su voluntad antiburocrática, sino que eligió en octubre a un ingeniero de telecomunicaciones, Francisco Ortega, para encargarle este cometido, nombrándolo director general de Simplificación Administrativa de la Generalitat.

No se tiene noticia aún de algún logro concreto, de la eliminación de alguna gestión o exigencia que se hubiera interpuesto en cualquier procedimiento y se vea inútil, repetida o innecesaria. Puede que sea todavía pronto. Ponerse a indagar qué trámites podrían eliminarse debe llevar su trámite. Paciencia. Confiemos en que tan buenas aspiraciones lleven a mejor puerto. Aunque no nos quitamos de encima la sombra de un mohín que apunta a la incertidumbre. Más que nada por la experiencia adversa.

Fueron tantas veces las que nos prometieron eso mismo y luego pasó justo lo contrario, como siempre, que no atisbamos razón concreta para vislumbrar que a la enésima vendrá la vencida, que esta vez será que sí. Ojalá nos llevemos la gran sorpresa satisfactoria y tengamos que felicitar de verdad a quienes lo logren; lo haremos encantados, por supuesto. Pero recordamos que el anterior presidente de la Generalitat anunció cosas parecidas, como el anterior, y el anterior a éste... Como presidentes de Gobierno, ministros y alcaldes se comprometieron tantas veces a establecer aquello que se dio en llamar 'ventanilla única', y enseguida se ponía cada una a procrear más ventanillas. La tecnoestructura lo puede todo, no hay manera. O quizás sí. Ojalá