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El acuerdo entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía sobre el futuro de los polémicos cultivos de regadío en el norte del Parque ... de Doñana supone un importante precedente a tener en cuenta ante futuras situaciones que se puedan desenvolver en circunstancias parecidas.

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Lo primero que sorprende es la rapidez de la última fase de negociaciones para llegar al acuerdo salomónico y la extrema complacencia mostrada entre las dos partes de la Administración pública (Juanma Moreno, presidente de Andalucía, y Teresa Ribera, ministra de Medio Ambiente), cuando lo que nos mostraron durante mucho tiempo fue diametralmente opuesto: desacuerdo total, planteamientos dispares y muy opuestos, desaires, acusaciones mutuas, interpretaciones cruzadas y confusas...

Lo segundo que llama la atención es la aprobación silenciosa de los afectados directos, los agricultores que se veían afectados por el cierre de pozos, la negación del agua, las denuncias y sanciones por regar donde se decía que no se podía regar, el peligro de verse desposeídos de sus medios de vida...

Poderoso caballero es don Dinero, dijo Quevedo. Hasta 100.000 euros por hectárea recibirán a lo largo de los próximos diez años (10.000 por ejercicio) quienes opten por 'renaturalizar' sus cultivos y los conviertan en zonas forestales. Todo era cuestión de dinero. Por una parte y la otra. Pues haberlo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado polémicas y sobresaltos.

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La segunda opción que tienen los agricultores consiste en convertir sus cultivos en secano. Cobrarían menos que si eligen dejar totalmente de cultivar y reforestan, por lo que, teniendo en cuenta las grandes limitaciones productivas si no hay opción de regar, no parece que sea ésta una línea que cojan la mayoría.

La tercera salida ofrecida es de lo más llamativa: cambiar a una agricultura ecológica. Sin más. Y aquí cabe preguntarse: ¿qué pasaría si, hipotéticamente, todos, o una mayoría, eligieran esta reconversión ecológica? Porque lo que se busca con todo esto es rescatar teóricos caudales de agua que, en vez de ir a unos cultivos, mejoren las láminas de agua de Doñana. ¿No es así? Y si la producción es ecológica ¿ya no se riega? ¿En qué despachos se habrá diseñado esto? Todo parece trufado de ideología, por más que digan que no hay nada ideológico, solo interés medioambiental. Si es cultivo convencional, malo, pero si es ecológico, todo vale, ¿incluido regar? ¿O es que alguien habrá creído que por ser ecológico se puede producir sin agua? Tomen nota de que estas cosas se arreglan con dinero, y todos satisfechos. Y que se está pagando por dejar de producir.

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