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Juro que he visto un programa electoral de pueblo en el que se promete que -si ganan- eliminarán la cita previa en las oficinas municipales ... y que retirarán la centralita robotizada y pondrán a una persona de carne y hueso al teléfono, para que atienda a la gente un ser humano que oriente de verdad.
En realidad están diciendo con sutileza que llevan intención de hacer más eficiente la gestión administrativa del día a día, que salgan a flote cuanto antes expedientes dormidos, licencias empantanadas, buenas intenciones que se aletargaron. Recuerda el texto de esta promesa electoral que lo de la cita previa fue una necesidad durante la pandemia, pero luego se ha quedado entre nosotros sin ninguna razón de ser, por lo que, si hace tiempo que vamos sin mascarillas, tampoco deberíamos ser sometidos a citas previas en oficinas públicas. Colas, las que haga falta; detrás de uno, el siguiente; sin prisas pero también sin pausas; hasta la hora de cierre o el horario laboral pertinente, y mañana será otro día. Pero no tiene sentido que te den cita previa para dentro de varios días cuando no hay aglomeraciones.
Llegado el caso pasará lo que pase y se alcanzaría hasta dónde fuera, que es bien sabido que las mejores promesas pueden acabar pronto en saco roto, pero ya es motivo de alborozo haber encontrado esta perla diferente; tan poco común como es, cuando debería ser pauta normal. Porque la realidad nos muestra un adocenamiento bastante generalizado, la repetición de ideas recibidas y lugares comunes. Cuesta encontrar propuestas mínimamente novedosas, que se salgan de lo habitual y consabido; que luego votarás a esto o lo otro, pero al menos que se intente sorprender un mínimo; que se note un guiño, imaginación; algún impulso por zarandear conciencias y eludir rutinas. Y ya, el colmo, es si descubres alguna cita que hable de eficacia. Que es lo que debería primar, pero escasea tanto que a la mínima presencia sobre el papel nos asombra.
Porque las más de las veces, candidaturas de unos y otros signos, de todos los colores, de casi todos los municipios y circunscripciones, se resignan a refugiarse en lo de siempre, en consignas con aroma a nafatlina. 'Por el cambio' es de lo más socorrido. Se ve que se ponen a pensar; a ver, en plan tormenta de ideas, que dicen algunos iniciados en la materia, y lo más moderno que les sale es eso del cambio. Pues claro que alguien querrá cambiar. Y otro no, o ni pensó en ello; cuéntale algo nuevo, a ver si le conquistas para barajar de nuevo, por si le sale mejor. Y luego está ese hallazgo de ofrecer, en cualquier pueblo, 'El pueblo que mereces'. Albricias, y cómo es eso. A qué dedicaremos el tiempo libre. Y qué hemos hecho para merecerlo.
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