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Un año más, la esperada Orden ministerial que establece por estas fechas diversas rebajas de los módulos del IRPF para producciones agrarias sorprende por la limitación de lo que recoge y genera críticas entre los interesados que no han resultado agraciados y no entienden por ... qué.
La insatisfacción es la tónica amplia que se registra cada vez, porque, lógicamente, las reducciones no alcanzan a todas las producciones y zonas productoras y, además, aunque en muchas ocasiones no habrá motivos objetivos para quejarse, analizando la lista de municipios y cultivos especialmente beneficiados no se comprende por qué unos sí y los limítrofes no, cuando las circunstancias meteorológicas o económicas que justifican la bajada en unos casos se da por igual entre los vecinos excluidos.
Las organizaciones agrarias hablan de «arbitrariedad», que puede sonar a resolución caprichosa, pero desde luego remite antes que nada a lo arbitral. Y de hecho así debe de ser el desarrollo del asunto: entre la opinión de unos y otros, alguien ha de hacer de árbitro y establece lo que libremente le pueda dictar la razón, teóricamente a la vista de datos e informes que le muestren los motivos existentes para favorecer a unos y a otros no.
Este punto parece que no acaba de entenderse del todo, hasta suscitar reacciones parecidas cuando llegan estas fechas. Pero la realidad es que las rebajas del año próximo se cocerán a lo largo de éste, en función de las razones que se puedan ir documentando e informando a quienes corresponda. Al final, ayuntamientos, cooperativas, entidades de seguros y oficinas agrarias elaboran (o no) dosiers que elevan a sus superiores y éstos a los suyos, hasta recalar en la autoridad que ha de decidir en función de todo ello. Y debe ser obligación de los afectados, por su propio bien, permanecer atentos a informar puntualmente y requerir de cada eslabón que haga lo que debe puntualmente, en atención a las incidencias que se expongan. Sólo así se puede minimizar ese aparente carácter de 'sorteo' que se achaca. Si miran el reparto puede deducirse que donde ha trabajado bien un ayuntamiento o la oficina comarcal agraria se les ha tenido más en cuenta, y al revés. Pues hay que aprender y actuar en consonancia.
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