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No, seguramente el escritor Franz Kafka no iría mucho en tractor ni tendría uno. Pero su maestría para narrar lo más obtuso de las situaciones ... absurdas y burocráticas nos trae constantemente a la memoria su figura, hasta el punto de que para definir lo más enrevesado y laberínticamente incomprensible lo llamamos kafkiano. Esta vez relacionado con un modesto tractor agrícola.
Un agricultor, que vive en el pueblo X, compra un tractor de segunda mano a otro que vive en el pueblo Y. Enseguida van a la gestoría para realizar el cambio de nombre y el comprador recibe a las dos semanas una carta con su nueva documentación y un reembolso, por la gestión realizada, que paga al cartero. Todo culminado, piensa. Pero de eso, nada.
El comprador acude al ayuntamiento de su pueblo para solicitar la exención del impuesto de circulación del tractor, pues sabe que los vehículos agrícolas están exentos de ello, pero tal dispensa fiscal no se aplica de oficio, sino a solicitud del interesado, que debe demostrar que tiene derecho a ello, aportando la documentación y la inscripción en el ROMA (Registro Oficial de Maquinaria Agrícola). Le explican que la exención es 'rogada': hay que pedirla; o sea, rogar que se la apliquen.
Primera cuestión: la Administración aprueba una exención que queda a expensas de que se pida o no y si se pide hay que aportar documentación que ya tiene la Administración. ¿Será por si cuela? ¿A que Kafka se quedó corto? Pues aguarden.
El comprador recibe un aviso a su nombre del ayuntamiento Y (el del vendedor) para que pague el impuesto de circulación que debería estar exento. Repetimos: se ha hecho el cambio de nombre, se ha pedido la exención, pero el ayuntamiento del vendedor emite nuevo recibo a nombre del comprador. El interesado llama a dicho ayuntamiento para decir que es un error, que cambió de nombre, que no vive allí, que no tiene nada allí..., pero no vale. Que lo demuestre. Le dicen que el tractor sigue teniendo el domicilio fiscal en aquel pueblo. El dueño vivirá en X, de acuerdo, y no tendrá nada en Y, ni tan siquiera sabe muy bien por dónde se va a Y, pero el tractor 'vive' allí, aunque no esté allí ni se le espere, y debe pagar allí. Es fácil.
Gestión 'on line' con Tráfico: efectivamente, alguien cometió el error de 'domiciliar' el tractor en el mismo sitio donde estaba domiciliado, sin percatarse de que el nuevo dueño tenía otro domicilio, que sí consta. No se sabe el origen del error. Cosas de la informática: un asterisco en casilla equivocada.
Como respuesta a su solicitud de exención, el servicio de recaudación de la Diputación provincial le comunica al comprador que no puede gestionar lo que pidió en su ayuntamiento, el X, porque el tractor tiene domicilio fiscal en el otro, el Y, del cual no gestiona la referida Diputación la recaudación.
El agricultor mira el aviso del recibo del impuesto y lee: Ayuntamiento Tal y Tal, y al lado: Diputación provincial. ¡Si le dijeron que no! Llama a la Diputación. Le explican que sí, pero que no es lo mismo gestionar que recaudar lo gestionado. O algo así. Apunta, casi susurra, que Tráfico corrigió el error... Sí, pero, claro..., le dicen. O sea, mejor pagar y acabas antes.
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