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El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha anunciado la intención de su departamento de denunciar a la compañía francesa Ouigo por su estrategia 'desleal' de ... vender billetes de alta velocidad a precios que considera excesivamente baratos.

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Como las cosas están muy 'calientes' en el sector agrario desde hace tiempo, y además no se consiguen respuestas convincentes en la dirección deseada, la de mejorar los precios y la rentabilidad de las explotaciones, las palabras del ministro han encendido enseguida una 'luz' de alerta entre agricultores y ganaderos que se preguntan: ¿Por qué con los trenes puede plantearse al máximo nivel lo que nos niegan para los productos agroalimentarios?

El ministro, siempre tan directo, ha expuesto su polémico planteamiento sobre la diferencia de precios en alta velocidad española del siguiente modo: «La actual situación de precios de derribo es insostenible para todas las compañías». Las bajas tarifas de la gala Ouigo perjudican a la pública española Renfe y también a Iryo, italiana con participación de firmas privadas españolas, porque las tres operan en los mismos corredores españoles de alta velocidad.

Fíjense en la posición oficial: precios de derribo insostenibles. Lo serán para el sistema y las ganancias de las compañías, no para los viajeros que se benefician de tarifas más económicas.

Ouigo ha respondido a las críticas de Puente defendiendo así su modelo: «Es una oferta permanente de precios bajos para democratizar la alta velocidad».

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El ministro ha llegado a acusar a la francesa de 'dumping' y amenaza con llevarla ante Competencia.

¿Hay paralelismo entre esto y los precios agrarios? Desde luego. Aquí se defiende ante todo que la cesta de la compra salga barata. Tratan de aparentar que también buscan que el agricultor reciba más, pero es la cuadratura del círculo; ambas cosas a la vez son imposibles; si uno no paga más, el otro no recibe más, y al revés. Luego lo fían a la laberíntica Ley de la Cadena Agroalimentaria, que no lleva a ningún lado práctico, salvo más burocracia. Y no verán que un ministro diga que los precios bajos de muchos alimentos son insostenibles, ni que amague con ir a Competencia, salvo si se sospecha que se hayan pactado precios mínimamente dignos.

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