Pilar M. Maciá
Jueves, 17 de julio 2014, 02:13
Reconquista y Moros y Cristianos dieron una vuelta más de tuerca a su unión en la pasada madrugada. Lo hicieron con la proclamación como Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol de Antonio Franco. La conjunción se dio, por segunda vez en la historia reciente de la Fiesta y una vez más sobre el balcón del Ayuntamiento. Hace unos años otro expresidente de la Junta Central, Domingo Espinosa, estrechó los lazos que se apretaron con el que durante dos décadas rigió los destinos del colectivo festero, veinte años, la mitad de los que suman los Moros y Cristianos tal y como se conocen en la actualidad y que dejó bien claro en el inicio de su discurso que la única condición que lo hizo subir anoche al balcón y que le permitirá llevar entre sus mano hoy a la bandera de guerra de los oriolanos es la de festero. No en vano su nombramiento creó polémica, ya que se propuso desde la oposición y no logró la unanimidad del Pleno. Pero ayer todo se olvidó y fue la Fiesta la que ganó la batalla (.....................)
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Cuando faltaban pocos minutos para las doce en punto de la noche los balcones del Palacio del Marqués de Arneva se abrieron para que empezaran a salir los cargos. Armengola, Embajadores Cristiano y Moro y presidente de la Junta Central. El Síndico hizo el mismo recorrido que otras tantas veces, esta vez en otra condición, y por primera vez Antonio Zapata ejerció de alcalde ante la baja de Monserrate Guillén. Con todos en sus puestos, de entre la oscuridad emergió el paño rojo bordado en oro y coronado por el Pájaro Oriol que unió en torno a él a todos los que se congregaban en la puerta de la Casa Consistorial. Antonio Zapata fue el primer en tomar la palabra para reivindicar que la jornada de hoy es muestra de «tres condiciones que por historia y valentía nos corresponden a los oriolanos: nobleza, lealtad y fidelidad». El socialista desglosó las tres, salpicando su discurso con versos de Miguel Hernández en la nobleza, con recuerdos a la leyenda de la Armengola como «la única traición de la que sentirnos orgullosos» cuando habló de lealtad y con un llamamiento a trabajar y defender la ciudad como forma para serle fiel. Zapata resumió la de ayer como «la noche de la Fiesta», y recordó que hace cuarenta años la hicieron posible antes de dejar paso a Antonio Franco en su papel de Síndico Portador de la Gloriosa Enseña del Oriol.
Conocedor de que lo que quieren los festeros en los primeros minutos de la jornada de la Reconquista es honrar a su bandera y comenzar una larga noche de fiesta, Antonio Franco fue breve. El Síndico del Oriol habló de su etapa como presidente de la Junta Central y consideró a los Moros y Cristianos un sinsentido sin el Oriol, al tiempo que aseguró que no existirían «si los oriolanos no rindiéramos cada año homenaje a la bandera que nos une, que nos hace sentirnos orgullosos, que nos invita a ser por encima de cualquier otra cosa, un gran pueblo». Su condición de festero «que no me la puede quitar nada ni nadie» también fue objeto de su intervención, «uno más entre miles de hombres y mujeres que cada año construyen la Fiesta», y aprovechó para dar las gracias a quienes trabajaron con él en la asociación, a las corporaciones de las últimas cuatro décadas y sobre todo a su mujer y sus hijos, «mi razón de ser, el bastón donde apoyo mi vida». Franco no se dejó a nadie, ni a los festeros de aquí ni a los que llegados de fuera se han hecho, «esa es la grandeza de esta Fiesta, la magia de esta noche, la de sentirnos uno solo». Por eso pidió que nadie se sienta excluido «en la labor de reconquistar cada día nuestro pueblo».
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