Pilar M. Maciá
Miércoles, 22 de octubre 2014, 01:31
Enamorado de la Vereda de las Palmeras, el Marqués de Fontalba decidió, tras comprar el señorío de Jacarilla en 1915, levantar en ella una casa solariega rodeada de jardines que se crearon con todo lujo de detalles en 1918 y que suponen en la actualidad en su conjunto de 20.000 metros cuadrados de extensión el principal patrimonio histórico artístico de esta localidad de la Vega Baja. Ahora está pendiente de que se declare Bien de Interés Cultural (BIC), una protección que si bien compromete a su propiedad -el Ayuntamiento- al mantenimiento, también permite acceder a ayudas y subvenciones que se piensan pedir con el objetivo de convertirlo en un centro cultural multiusos donde los cerca de mil metros de edificio puedan acoger exposiciones, conferencias y todo tipo de actos culturales. Esa es la meta del tripartito que gobierna el municipio y que en 2011, a instancias del entonces alcalde de turno José Cabrera Hernández, inició el expediente de BIC que ya ha pasado todos los trámites, que está en Valencia a falta de algún informe técnico y que ayer revisó el secretario autonómico de Cultura, José Antonio Rovira, quien visitó un lugar que calificó como «auténtica maravilla».
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La alcaldesa, Pilar Díaz, afirmó ayer que su compañero de Corporación fue quien «nos contagió su interés» por conseguir una declaración que cada vez está más cerca y precisó que el palacio necesita de una importante inyección económica para poder recuperarlo dado su estado de deterioro. No obstante el Ayuntamiento ha actuado en la medida de sus posibilidades para mantener lo mejor posible este conjunto, en especial los jardines que se mantienen con el trabajo de los alumnos de la EFA El Campico.
Por ellos entró ayer la comitiva que visitó las dependencias encabezada por los responsables municipales y el secretario autonómico y que contó con las explicaciones del historiador Manuel Gálvez, autor de cuatro libros sobre la historia de Jacarilla y principal responsable del expediente para la declaración de BIC. Gálvez, quien era concejal cuando los jardines se permutaron al constructor Justo Quesada en la década de los 90 explicó todos los pormenores del conjunto al visitante. Así relató el por qué existe en ellos una cueva dedicada a la Virgen de la Almudena, ya que el marqués procedía de Madrid y era además hijo del Marqués de Cubas, arquitecto que diseñó la catedral madrileña dedicada a esta advocación mariana. Esta fue solo alguna de las muchas curiosidades que se pudieron conocer en un recorrido de apenas media hora por los jardines y el palacio, en cuyo interior se nota la huella de la humedad y del deterioro de un edificio cerrado. Esta fue la última parte que el Ayuntamiento puso en su inventario de bienes, hace apenas unos años, en el último mandato del Partido Popular, cuando de nuevo a cambio de una recalificación de suelo la casa pasó de manos del empresario Antonio Pedrera a municipales.
El palacio, construido en forma de 'u', no se conserva tal cual se construyó en 1918, ya que cuenta con azulejería tanto en las ventanas como en la balaustrada que son influencia de la Expo Universal de Sevilla de 1929, probablemente porque el marqués recorrió la ciudad hispalense junto a Alfonso XIII y decidió aplicar algunas de las soluciones constructivas que encontró en su vivienda de la localidad.
De este modo se pasó de un inmueble de estilo ecléctico, con el escudo de armas en la presidencia de la fachada, a otro más propio del art nouveau de los años 20. La gran reforma se hizo en 1927 y el hijo del marqués, después, hizo nuevos cambios en su aspecto.
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