Fernando Amat
Domingo, 11 de enero 2015, 01:21
El poblado de La Escuera es un tesoro íbero pendiente de financiación. Hace falta mucho trabajo e inversión para los tiempos actuales, aunque a base de constancia los alumnos de Historia siguen la huella de los pobladores del Siglo II antes de Cristo en este enclave. Un grano de arena que se pone cada curso y que de momento ha logrado que de un plumazo se puedan identificar las estancias que desenterraron en las primeras excavaciones. Ahora el turista puede visitar el yacimiento y tener una mejor comprensión del mismo tras aplicar una actuación de mejora en la división de los espacios desenterrados donde se han colocado materiales de diferente color. El visitante puede hacerse una idea a primera vista de las diferentes estancias que se han podido rescatar gracias al trabajo del alumnado de Historia de la Universidad de Alicante y al apoyo económico del Ayuntamiento.
Publicidad
La campaña que se ha llevado a cabo en las últimas semanas buscaba preservar lo que ya se estaba excavado. Para ello se colocó una malla de geotextil con el objetivo de evitar que los muros se desgranaran con las fuertes lluvias. Las tormentas del pasado otoño no han afectado demasiado aunque desde la dirección del proyecto han creído conveniente salvaguardar los elementos arquitectónicos que habían quedado a la intemperie. Una vez al aire libre los pequeños muretes se desmoronan con mucha facilidad por lo que el objetivo de las campañas arqueológicas es excavar poco, pero conservar lo que se destape.
Con las nuevas excavaciones se ha podido rescatar parte de un gran templo, que refleja que este asentamiento era una de las poblaciones íberas de mayor tamaño en la época junto con el Tossal de Manises y Cartagena. En los últimos descubrimientos se ha podido saber que el templo tenía más usos que el religioso. Por tanto, el visitante puede conocer ahora el centro neurálgico de la vieja ciudadela que se construyó en la desembocadura del Segura.
Los historiadores que coordinan el proyecto estudian si durante la época íbera el Segura se conectaba por el mar más cerca de Santa Pola. «Un posible movimiento sísmico cambió el curso del río, por eso todos los descubrimientos posteriores se hallaron en el Cabezo Lucero entre Rojales y Guardamar del Segura», apunta Jesús Moratalla.
En lo referente a La Escuera, asentamiento íbero que quedó desierto por alguna catástrofe, han aparecido muchos recipientes de almacenaje tales como restos de ánforas y tinajas, por ello, consideran que este edificio servía de taller y de zona de almacén. Este tipo de estructuras es muy similar a las ciudades del norte de África, así los paralelismos con las tribus púnicas son más que evidentes, según se ha podido constatar tras varios años de estudios. «En esta ciudades lo habitual es entrar a un patio, como un intento de darle más intimidad a la vivienda», explica el coordinador del trabajo.
Publicidad
Por el momento el esfuerzo da poco a poco sus frutos, porque cada año se pueden ver diferentes espacios del asentamiento ubicado sobre una colina. «Trabajamos para delimitarlo por el sur, ya que por el norte ya se encuentra marcado», explican los arqueólogos. En los llamados avances del proyecto también se ha encontrado un peine de muro donde almacenaban diferentes materiales. En definitiva esta parte de la ciudad recuerda a una zona de almacenaje que nunca se había identificado desde que se realizaron las primeras catas en los años sesenta.
La grava que se ha vertido de diferentes colores sirve también para conocer la gran gama de hábitos que se desarrollaban en esta parte de la ciudad íbera. Una vez más los restos de vasijas repartidos entre varias estancias y el haber encontrado muros de adobe volcados en el suelo de forma intacta apoya la teoría de que La Escuera se deshabitó de manera muy precipitada. Según las fechas que se estiman se considera que el ejército romano arrasó la zona durante las guerras púnicas.
Publicidad
Los coordinadores del proyecto consideran que «aquí hay por lo menos veinte años de excavación al ritmo que vamos, lo prioritario era preservar un poco porque cuando llueve mucho, cada temporada caen varias piedras». A pesar de todo ello, las lluvias si que han beneficiado a la hora de retirar tierra porque es más fácil desenterrar los muros de piedra.
El arduo trabajo supone un proceso de documentación capa a capa desenterrada. Una labor en la que critican que no empuja la Conselleria de Cultura, «no tenemos ninguna ayuda, al contrario son cada vez más trabas». Por el contrario los responsables de la excavación agradecieron al Ayuntamiento todo el apoyo económico que les ha brindado. La concejal del área, Susana Ortuño, dijo que «vamos a seguir con esta ayuda antes que abrir un museo arqueológico porque consideramos que el yacimiento es más importante».
Publicidad
En la actualidad se están inventariando muchas de las piezas descubiertas el año pasado, las cuales casaban con las de los últimos trabajos, «unen unas habitaciones con otras», pero algo ocurrió que los habitantes huyeron de este asentamiento, reconoce la coordinadora Feli Salas. La directora del proyecto comenta que al igual que en el Tossal de Manisses los íberos colocaron un fortín por la playa de La Albufereta, aquí en el Segura «había una marisma de agua por eso habría otro refugio de barcos».
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.