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Bernabé, en la Plaza de la Salud.
«Se dice mucho lo de gobernar por y para la gente, pero se olvidan de 'con' la gente»

«Se dice mucho lo de gobernar por y para la gente, pero se olvidan de 'con' la gente»

candidato de Cambiemos

Pilar M. Maciá

Sábado, 2 de mayo 2015, 01:02

Encabeza, porque así lo quisieron sus compañeros, el proyecto de confluencia denominado Cambiemos Orihuela. Karlos Bernabé, psicólogo de 27 años, milita hace años en Izquierda Unida y reivindica la preparación de su generación para la política y para cualquier otro ámbito de la vida, una generación curtida en otras luchas, las sociales, alejadas de los despachos.

- ¿Quién es Karlos Bernabé?

- Estudié en el Colegio del Carmen y luego en el Tháder. Hice Psicología en Murcia, cursé un año de carrera en Bélgica y otro en San Sebastián con becas, me empecé a especializar en mediación de conflictos, primero hice cursos y ahora el máster. Empecé a trabajar hace un año en Murcia, en un centro de menores con chavales con medidas judiciales, lo que antes era un reformatorio y que ahora son centros educativos.

- Es joven, un sector con problemas para encontrar trabajo estable.

- Por un lado está el discurso de que somos la generación más preparada, pero cuando la generación más preparada da el paso a la política dicen que somos demasiado jóvenes. En realidad lo que decimos es que eso de que no tenemos una experiencia se usa como vía de ataque, porque en realidad es que no les interesa otra cosa. Yo la experiencia por ejemplo de Emilio Bascuñana no la compro, y la experiencia de quien ha sido concejal del PP o del PSOE veinte años tampoco. Se genera ese discurso de asociar juventud a incapacidad cuando en realidad es al revés, hemos construido una experiencia alternativa en movimientos sociales, en ciertas organizaciones y eso además se nota mucho a la hora de organizarnos.

- ¿Por qué se decidieron por ese proyecto de convergencia?

- Algunos hablábamos de esto incluso sin conocernos y en círculos separados. El bipartito entró cuando España empezó a descomponerse políticamente. El primer pacto tripartito se hizo cuando todavía no se había terminado de romper el tablero político en España, prácticamente el 15M coincidió con las elecciones. En este tiempo han pasado dos cosas, que por errores propios de los que gobernaban en Orihuela la gente se había desilusionado mucho con la política local y había cosas que se pensaban que iban a cambiar y no han cambiado, otras sí y lo reconocemos. La otra era que hacía falta una iniciativa local que recogiera un poco esa nueva política que estaba en la calle. ¿Cómo se iba a referenciar la gente en Los Verdes de toda la vida? Es como que tenían un techo muy marcado. Con Izquierda Unida lo mismo. Era como que hacía falta una nueva herramienta y el factor Podemos tampoco podíamos copiarlo al escenario local. Que Podemos 'la pegue' en toda España no significa que la vaya 'a pegar' en Orihuela. Hacía falta que cada uno en sus trincheras se uniera para hacer algo nuevo y ha salido bastante bien, porque unir a Los Verdes, que se integre Izquierda Unida y gente independiente afín a Podemos lo que consigue es una nueva herramienta. Además, creo que puede tener un resultado bastante bueno.

- IU y Los Verdes siempre habían estado ahí, quizá condenados a entenderse pero sin llegar.

- Es la lógica de la bandera, el preocuparse mucho porque estén las siglas. Aquí se ha hecho todo lo contrario, es un pliegue y las asambleas han decidido. El nombre, los candidatos... Se consigue que debilidades particulares sean fuerza colectiva y conseguimos un modo de frenar el retorno del PP, que es uno de los mayores riesgos que tenemos ahora.

- ¿Qué le parece que haya trece candidaturas a las municipales?

- Incomoda el panorama electoral porque aparece gente que es anecdótica, otros sin proyecto, los que parece que sacan listas solo por figurar. En realidad hay trece candidaturas pero alternativas hay tres: o una continuidad como la de ahora sin autocrítica y que no puede ilusionar, o un retorno hacia unas políticas que rozan en la práctica mafiosa que es lo que era Orihuela, o una alternativa que a nivel municipal genera una transformación económica y de gobierno. Entendemos que esa última es Cambiemos Orihuela, una fuerza con vocación transformadora y que va a tener poder para forzar un cambio social.

- En el caso de que fuera necesario, ¿estarían dispuestos a pactar?

- Lo que hemos hablado y decidido es que hay que cambiar la lógica de los pactos. El tripartito se hizo a puerta cerrada y cada día había un rumor. Eso genera estrés y malas vibraciones, porque había elementos que no se conocían. Una de nuestras líneas rojas es que los pactos sean públicos, que el día después de las elecciones cada uno saque su proyecto de ciudad, y en base a ese proyecto haya encuentro o no. Que el pacto sea público y no sobre cuotas de poder, porque el que tal concejalía sea para uno u otro demuestra que tienes interés en hacer negocio, y el otro criterio es que mejor ser una oposición digna que un gobierno arrodillado. Coger el tren del gobierno vale, pero si nos dejamos la maleta fuera para llegar al tren se va a generar otra desilusión y un desencanto total con la política.

- ¿Cuáles serán los pilares de su proyecto de ciudad?

- Con el nombre de Cambiemos Orihuela hay tres pilares que hay que cambiar. Hay que cambiar la forma de gobernar, se ha dicho mucho lo de gobernar por y para la gente, pero falta la preposición de 'con' la gente. Es como que el gobierno ha perdido el componente de participación de forma brutal. Yo puedo decidir qué hay que rehabilitar o qué no, qué hay que hacer con el palacio Rubalcava o cómo reurbanizar mi ciudad. Que el gobierno no mande, sino que gobierne obedeciendo a la gente. Hay que transformar la forma de funcionar de las concejalías, que hacer consejos ciudadanos, utilizar elementos como el referéndum municipal, que está regulado por ley, no nos lo inventamos nosotros. Hay dos vías, una mediante el Consejo de Ministros y otra declarándolo vinculante si no se autoriza. Otro es cambiar el modelo de desarrollo económico, porque parece que la economía se decide a nivel nacional y no es verdad. El mejor ejemplo del modelo neoliberal es que la construcción y la especulación se han traducido en políticas urbanas. Hay que romper con una lógica del crecimiento descontrolado que lleva a deteriorar el medio ambiente y con la del goteo, que es que llueva mucho arriba y algo caerá abajo. El problema es que el pequeño comercio no se sostiene, no se puede generar trabajo en Orihuela, la gente joven se tiene que ir, no hay trabajo de calidad... Hay que romper el modelo económico de crecer a lo loco, de dar mucho a unos pocos y que ellos lo gestionen para hacer cosas más sostenibles con cooperativas, municipalización de servicios, recuperando el concepto de lo público y de la sostenibilidad. Y lo último que es un poco más etéreo, es recuperar la ilusión de la gente. En estos cuatro años se ha visto la facilidad con la que se genera hartazgo si no se conecta con la gente. Si se toman decisiones sin dialogar, si se hace política sin actuar de mediador y como un coronel. Aunque se tomen buenas decisiones la gente se pone en contra porque no es parte del proyecto. Tienen que ver que la política es mucho más que hablar de papeles, de estar en los juzgados, que la política es estar en la calle, hablar e ilusionar con un proyecto de ciudad.

-¿Cree que en los últimos años la actividad judicial ha dejado a un lado lo demás?

- El mejor ejemplo de eso ha sido López-Bas. Ha pasado toda la legislatura en el juzgado y su argumentación política se ha basado en reglamentos. Parece que la política municipal se haya burocratizado, se haya hecho cada vez más opaca y eso aburre a cualquiera. Al final la política tiene que ver con tener un proyecto, con confrontar ideas, con debatir, con enfrentar proyectos y formas de ver la ciudad, con cosas que son mucho más ilusionantes. Hay unos reglamentos y unos temas administrativos que están ahí, pero la política tiene que tener un componente transformador y el resultado de que aquí no ha sido así es que la institución que más cerca tenemos es la que más lejos sentimos y la que menos entendemos. Uno de los lemas que queremos trasladar es que la democracia empieza en lo cercano, en hacer un proyecto de ciudad y que la gente se ilusione por debatir.

- ¿Si llegara a la Alcaldía, cuál sería el primer proyecto para la ciudad que pondría en marcha, al margen de la necesidad de actuar en temas como el económico?

- Una pregunta que habría que trasladar a los vecinos es si quiere tener centros comerciales a las afueras de la ciudad o que el tejido comercial sea de pequeños y medianos comercios dentro de la ciudad. Otra, si quieren favorecer el negocio urbanístico o rehabilitar el patrimonio que ya tenemos prácticamente perdido y deteriorado como el Palacio Rubalcava, los viejos juzgados... Otra cuestión a preguntar, ¿qué tipo de políticos quieren a la hora de luchar por los derechos sociales que dependen de otras instituciones? Por ejemplo, si quieren políticos que negocien despacho en despacho o gente que se enfrente a la conselleria o al Gobierno cuando vulneran los derechos fundamentales, como aquí con los barracones o el centro de salud. Los deportes nacieron viciados, siguen viciados y hay que replantear desde el principio. Es decir, si quieren un modelo de deporte basado en infraestructuras sostenibles o uno que sea insostenible; que rompa la lógica competitiva y tenga en cuenta más la educativa y cultural; un modelo minoritario y que no sea solo fútbol y del resto muy poco. Hay algunas cosas también, conflictos latentes. Una vez que nos han destrozado con el AVE, ¿cómo reorganizamos la ciudad cuando ya tenemos hecha esa herida contra la voluntad de la gente porque no se nos preguntó si queríamos que pasara? ¿Cómo hacemos para curarla, con zonas verdes para integrar la ciudad con las pedanías o seguimos la lógica del construir por construir? Esas son las líneas clave que hay que empezar a tocar.

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