Ingenieros agrícolas de la península abordan el uso de tecnología en cultivos

La agricultura no está reñida con las innovaciones tecnológicas y de ese ámbito de trabajo se encargan desde ayer y hasta mañana más de un centenar de expertos que ponen en común sus trabajos de investigación en diversas disciplinas.

La cita inaugural tuvo lugar ayer en el Hotel La Finca de Algorfa, donde se desarrolla el octavo Congreso Ibérico de Agroingeniería, con especialistas de España y Portugal y también algunos llegados de países latinoamericanos. Se trata de un foro de debate bienal para el intercambio de experiencias en lo que es el I+D de la producción agrícola. Organizado por la Escuela Politécnica Superior de Ingenieros Agrícolas de Orihuela (Epso) a instancias de la Sociedad Española de Agroingeniería servirá, como dijo el director de la primera, Ricardo Abadía, «para la puesta en común de todas las innovaciones tecnológicas que se hacen más necesarias para profundizar en lo que reclaman los mercados, cada vez más exigentes con las producciones vegetales y la aplicación en la industria alimentaria».

Abadía recordó a sus colegas llegados de otras escuelas de España, y sobre todo a los de fuera, la labor investigadora que desarrolla la Epso en este tipo de cuestiones y el valor añadido de la misma al poder contar con parcelas de experimentación más allá de las aulas físicas, además de trazar un panorama de la pujanza agrícola de la comarca. Divididos en grupos de trabajo los expertos se dedicaron al intercambio de experiencias de diversa índole, entre las que destacaron aplicaciones para la modernización del sistema de regadío, la optimización de recursos energéticos, la cada vez más frecuente mecanización o cultivos en invernaderos, entre otras cuestiones «porque hay que ser conscientes de que la agricultura de precisión es no ya el futuro, es el presente», aseguró la secretaria del congreso, Herminia Puerto.

Esta experta recordó que las líneas de trabajo más en boga son las que favorecen el desarrollo de la producción y las técnicas que permiten minimizar el impacto ambiental «donde la agricultura baja en fertilizantes es esencial o la reducción de gases como el CO2». Otro campo de estudio es el de agua de riego o los invernaderos de última generación como aquellos donde la informática no está reñida con la tierra, con sensores que detectan la necesidad de agua no ya de cada parcela sino también de cada vegetal o la regulación de la luz solar y la temperatura. Asimismo los expertos ahondaron en las últimas tendencias en fertilizantes, las cantidades exactas de distribución de estos mediante controles por GPS y las últimas tendencias en agricultura ecológica.

La profesora indicó que estas innovaciones conllevan inversiones y un cambio en la mentalidad de los agricultores «pero acaba repercutiendo en que la producción sea más rentable».