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Fernando Amat
Domingo, 6 de septiembre 2015, 00:31
Devolver el viejo esplendor de casa colonial al Torrejón de San Bruno es una tarea que llevará casi el mismo tiempo que tardó en languidecer. La insigne casa palacio de Lo Marabú recibe desde hace meses una importante actuación de restauración, ya en su segunda fase. Este inmueble se erige como uno de los últimos vestigios de la nobleza del XVIII y de la burguesía del XIX en la Vega Baja. Su valor histórico es incalculable dado el exiguo patrimonio cultural de la época que existe en la comarca y sobre todo por la singularidad del conjunto de construcciones.
Patrimonio.
La última propietaria cedió todo el mobiliario, colección pictórica, objetos y utensilios que supone más de 700 artículos históricos.
Conjunto.
La vestusta casa Torrejón de San Bruno alberga además de la vivienda una almazara, cuadradas, caballarizas,una capilla independiente y jardines exteriores.
Actuación.
Los carpinteros van a remozar las vigas de la cuadra, así como las ventanas de madera. Los albañiles rehabilitarán un patio interior además de eliminar humedades y los jardineros tratará de revalorizar todo el espacio que circunda la casa.
Extensión.
La hacienda de la familia Marbeuf comenzó a explotar unas 95 hectáreas en el Siglo XVIII pero llegó a una extensiónde más de 400 hectáreas de cultivos y pastos lo que supone más de 3.500 tahúllas.
La futura casa museo Carmen Palazón, ubicada sobre una colina, llegó a controlar más de 3.500 tahúllas de campo, mucho más terreno que cualquiera de los planes parciales de bungalós de tercera línea de playa que hay por sus alrededores. La cifra de casi 440 hectáreas de cultivos de secano y pastos para ganado da una idea del poder económico que tenía la familia Marbeuf, asentada en la provincia de Alicante. Su actividad comercial consistía en ordenar envíos de materias primas a Francia desde el puerto alicantino.
El gobierno local sigue dando pasos para preservar el legado, una actuación que arrancó hace años al destinar varios talleres de empleo para que saquen partido al único latifundio que se explotaba hace 300 años entre la costa torrevejense y el Segura. La última actuación del Consistorio comenzará antes de noviembre para intentar acercarse al final de la restauración puesto que un nuevo taller empleo con jardineros y albañiles remozará la casona. El equipo de gobierno quiere que este recinto sea visitable antes de que se termine la legislatura.
Sobre la mesa se plantea el objetivo de crear una réplica de la vetusta hacienda de estos siglos y dar al visitante una visión histórica de 360 grados con un tercer museo histórico rojalero -tras el arqueológico y el etnográfico-. Asimismo se busca organizar rutas teatralizadas una vez que se complete su adecuación, con el fin de que sirva como una parada más en la ruta museística.
Recrear el ambiente dieciochesco y decimonónico es relativamente sencillo porque su última dueña dejó al Ayuntamiento más de 700 piezas históricas que se encuentran catalogadas por los expertos. Durante el inventariado se han podido obtener objetos de valor con más de un siglo de antigüedad como muebles, lienzos, útiles de labranza y todo tipo de artículos para poder ambientar este palacio. La villa incluso tiene caballerizas, un molino de aceite y una capilla donde se celebraba culto religioso.
Como si se tratase de una casa de muñecas no le falta detalle alguno, si bien en necesario afrontar un proyecto de rehabilitación para eliminar algunos pegados postizos como una máquina de aire acondicionado y algunos azulejos más recientes. Gracias a que la vivienda se ha utilizado hasta hace pocos años se podido conservar en un estado óptimo. Ahora el grueso de la próxima inversión de la Generalitat trata de recuperar los elementos de la vieja explotación ganadera. Para ello, se ha iniciado un proceso de selección de profesores para el taller que acabará antes de final de mes.
La cuadrilla de trabajadores tratará de recuperar todo el techado de la cuadra y las caballerizas. Los jardineros quiere devolver el esplendor original a los parterres exteriores, mientras que un equipo de albañiles acabará de eliminar las humedades que todavía persiste en la casa. El anterior taller de empleó selló la techumbre para evitar más goteras.
Desde la Concejalía de Patrimonio aseguran que «hay trabajo para todo tipo de oficios». Con calma y con la vista puesta a medio plazo esperan contar con una segunda casa de campestre habilitada, puesto que Rojales ya cuenta con una casa museo en la huerta.
Recuperar la hacienda de Lo Marabú supondría además un incentivo turístico dado que la casa mira de frente al Parque Natural de Las Lagunas de La Mata y Torrevieja, y se ubica a escasos metros de un parque municipal pensado para crear unos jardines con especies autóctonas.
Las diferentes cuadrillas van a mejorar todo el patio interior, donde el azulejo no es original, van a retirar un aparato de aire acondicionado y a eliminar las manchas de humedades. En definitiva el recinto del futuro museo no necesita demasiados cuidados, al contrario que los muebles de época que si necesitan una restauración pormenorizada.
Por el contrario la antigua almazara, aljibe, establo, caballerizas, palomar y gallinero si que adolecen de una actuación integral. El vetusto latifundio regentado por nobles y más tarde por burgueses murcianos era uno de los pocos espacios de la época donde se podía hacer aceite. El Ayuntamiento aboga por recuperar y restaurar la maquinaria gracias a unas donaciones privadas con las que poder ampliar la futura visita que se completará con un repaso histórico en el museo arqueológico y palentológica y al museo etnográfico ubicado en la huerta.
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