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Futuro del regadío tradicional de la Vega Baja

El único cauce natural, el río Segura, dejo de ser permanente por la acción del hombre como consecuencia de las obras de regulación en Ojós

R. A.

Lunes, 5 de octubre 2015, 20:20

Los abajo firmantes, representantes de los Juzgados de Aguas, Sindicatos de Riegos y Comunidades de Regantes del regadío tradicional de la Vega Baja del Segura, por unanimidad MANIFIESTAN:

El hábitat de la Vega Baja está caracterizado por el clima más árido de la Comunidad Valenciana. El único cauce natural, el río Segura, dejo de ser permanente por la acción del hombre como consecuencia de las obras de regulación en Ojós. No es posible entender la huerta únicamente como un sistema productivo agrario. En el árido paisaje del sureste la huerta en la Vega Baja es lo único que lo mantiene como una franja húmeda. El regadío tradicional ha permitido que con escasa agua se haya podido mantener una fértil Vega que ha generado un hábitat de singular valor biológico y paisajístico. Los agricultores han sido ha generado un hábitat de singular valor biológico y paisajístico. Los agricultores han sido los grandes mantenedores de este medio ambiente. Han invertido en su cuidado, lo han conservado durante siglos, lo utilizan y lo ponen en valor cada día.

Desagües incontrolados, vertidos industriales sin depuración y planes urbanos excesivos, son agresiones al regadío y amenazas al hábitat. Conservarlo pasa por mantener la agricultura. Pero los regantes sólo lo pueden hacer si es un bien rentable y competitivo.

Estructuras del regadío tradicional muy obsoletas y una población agrícola muy envejecida, aun después de 30 años modernizando regadíos, da como resultado una agricultura que en su globalidad no es rentable ni competitiva. Existe una gran agricultura de cultivos hortícolas de primor con una población joven que vive de ello, que realiza inversiones y que obtiene buena rentabilidad, pero no es generalizado. Y si lo fuera, con los actuales sistemas de riego, no habría agua suficiente para toda la Vega.

Es muy alto el aprovechamiento actual del agua en los regadíos de la Vega Baja donde su ejemplar red permite utilizarla hasta cuatro veces. Pero el agua cada vez que realiza un ciclo se va salinizando, y utilizar el tradicional sistema de entandes sólo funciona si las acequias llevaran los mismos caudales con los que fueron establecidos. Por ello es necesario caminar hacia una transformación gradual y voluntaria, sin prisas ni aventurerismo pero con paso firme, hacia un sistema de riego localizado que no dependa de la energía eléctrica. En la Vega Baja es posible utilizando el embalse de La Pedrera y la infraestructura del Postrasvase.

Tradicionalmente la modernización ha consistido solo en sustituir los antiguos cauces de tierra por conducciones que permiten aprovechar mejor el agua. Una modernización real, eficiente y duradera en el tiempo debe ir más allá de la simple sustitución de su infraestructura, necesita medidas estructurales. Se precisa una reforma estructural del regadío que cambie las tradicionales formas de distribución que actualmente han derivado en numerosas injusticias e incompletos repartos. No puede haber verdadera Modernización si no se acomete la reforma del regadío desde su estructura.

El cambio debe ser paulatino y voluntario, sin introducir prisas, presiones o exigencias al agricultor que avoquen el proceso al fracaso, pero el futuro de la supervivencia de la huerta, e incluso convertirla en un elemento muy rentable y con potencia económica, pasa por varios factores: mayores superficies de explotación, agruparse en centrales de compra, de energía o de otros insumos, crear marcas de calidad, agruparse en la comercialización controlando sus propias producciones, tener infraestructuras de riego localizado que permitan gestionar el agua con criterios competitivos y estructuras administrativas que permitan la correcta gestión y uso de esa agua, y cultivar arbolado de alto valor añadido y hortícolas de primor que, por nuestra privilegiada ubicación geográfica, podemos obtener.

En lo que se refiere al regadío, debiera cambiar siguiendo dos principios básicos: una sola agua y un reparto igual para todos, proporcional a la superficie. Ello solo es posible con la participación y la unidad de todos los regantes. Aun manteniendo la independencia de cada comunidad de regantes tradicional, fundamental para que el agricultor entienda y acepte estos cambios, se debe tender hacia un modelo de gestión común del agua.

Este fundamental cambio de las seculares estructuras dirigido hacia la modernidad debe hacerse de forma clara pero alejado de improvisaciones y prisas que conduzcan a errores. Debe ser con paso firme pero sereno y meditado. A una velocidad que permita ser aceptado asumido de forma voluntaria sin rupturas y sin dejar a nadie por el camino. Para ello es fundamental la garantía en el suministro del agua. Debe haber un mayor control de los regantes sobre el agua de la cuenca y sobre sus tiempos y formas de distribución. Sin ello todo avance estará condenado al fracaso.

Para las inversiones que en el futuro sean necesarias debiera la Administración tener en cuenta la escasa capacidad financiera del regante Tradicional. A corto plazo es necesario seguir invirtiendo en modernizar las viejas canalizaciones que permiten distribuir los caudales más pequeños y mantener la red de drenaje, vital para la huerta.

Durante la anterior sequía los cultivos se perdieron y las tierras acumularon sales con pérdida de su fertilidad. Es necesario que los riegos se produzcan con agua de la propia

cuenca, sin que se nos quite en los tramos superiores del Río y se nos permute con agua de pozo. Los regantes tradicionales no pueden, en forma alguna, ver cercenados sus legítimos e históricos derechos sobre el agua de la cuenca. El Plan Hidrológico deja claro que cada usuario solo puede usar el agua que su título de derecho designe.

El regadío tradicional es el único y legítimo usuario del agua de regadío de la cuenca. El Trasvase, aunque sean tierras ubicadas en esta zona, tiene su derecho únicamente sobre las aguas trasvasadas del Tajo, y aunque desde aquí le expresamos nuestra solidaridad, que hemos ejercitado en numerosas ocasiones, y el deseo de que vea resuelto definitivamente su problema, no se puede aceptar el hecho consumado que cuando les falte agua, que es casi siempre, su problema sea resuelto con agua de la cuenca, bastando con que a nosotros se nos dé agua de pozo. Nuestro derecho y nuestro título concesional dice otra cosa, y no es posible renunciar a él. El agua de los pozos de sequía de las Vegas Media y Baja sólo tiene como misión cubrir situaciones de sequía de estas vegas y en ningún caso pueden ser utilizados para compensar entregas de agua de la cuenca al Trasvase. El regadío tradicional no está en sequía, no se pueden poner en marcha los pozos de sequía. Deben paralizarse de forma inmediata.

Deben, además, limitarse las extracciones de agua que mediante pozos se realizan en los acuíferos de los tramos altos de la cuenca. Detraen agua de la propia cuenca para sacarla fuera de ella esquilmando los escasos recursos, ya que cuando se producen las lluvias el agua que debiera circular para regar se destina de forma natural a recargar esos acuíferos.

Por todo lo anterior, los Jueces de Aguas y Presidentes del Regadío Tradicional aprueban esta declaración de intenciones que marca la línea de acción para el futuro del regadío tradicional de la Vega Baja, a la vez que exigen que se respeten los derechos de sus 30.000 regantes y se paralicen de forma inmediata los pozos de sequía de la Vega Media que están en marcha. Solicitando a las Administraciones, partidos políticos y agentes sociales que se sumen a esta iniciativa programática sobre el futuro de la agricultura y del regadío de esta gran Vega, y a la justa reclamación de paralización de los pozos y de respeto de nuestros seculares derechos.

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