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Pilar M. Maciá
Viernes, 22 de enero 2016, 01:52
Los intentos y los miles de euros destinados a frenar la proliferación del cactus de Arizona por la Sierra de Orihuela realizados desde principios de este siglo y que incluso supusieron el cierre a los escaladores de la denominada 'pared negra' y cualquier otra ruta de escalada en la zona, han servido para poco. Esta especie invasora de cactus, de grandes pinchas, dolorosas lesiones y avance rápido ya puede encontrarse en las laderas del Monte de San Miguel y casi acecha al yacimiento arqueológico del Castillo.
Precisamente los integrantes de la Asociación Castillo de Orihuela, creada para divulgar la importancia que tuvo durante centurias la fortaleza que corona el monte es la que alerta de una situación que exigen al Ayuntamiento que ataje, sin entrar en guerras sobre si la competencia es de Valencia o de Orihuela, como ocurrió en el mandato pasado, para evitar el posible cierre 'in extremis' incluso de las sendas que llevan a la Alcazaba para que no se propague a más velocidad esta especie «invasora y depredadora», relata Juan Ignacio Caballero, presidente de este colectivo.
Los focos que se han detectado están en San Isidro, San Antón y en la zona más cercana a Santo Domingo, que es también donde más se aproxima a las ruinas de la fortaleza en la cara este del monte. No obstante los cactus están alejados de los caminos, por lo que no es fácil que los senderistas se los lleven en los pies, aunque el viento también puede hacer de las suyas y continuar distribuyéndolo hacia otros puntos. «Denunciamos que se está extendiendo con peligro de llegar a la zona de senderismo y a las rutas del propio Castillo que reciben a muchos visitantes», indica Caballero, quien añade que de llegar a esos caminos podría hacer que la expansión fuera más rápida y en el peor de los casos tener que cerrar incluso estas vías como se hizo con las de escalada para evitar la propagación.
El presidente del colectivo que defiende el Castillo critica que en su día se gastaran «cantidades ingentes de dinero en las actuaciones que se desarrollaron y que ahora vemos que no sirven de nada». Caballero relata que esta planta pone en peligro la pervivencia de especies endémicas de la zona, y cita el 'rabo de toro rosado' «que solo se puede encontrar aquí y en la Sierra de Redován». Según el integrante de la asociación el cactus acaba con la vegetación que hay donde nace, y lo puede hacer en muchos sitios, porque se reproduce a partir de esquejes. Al margen de los posibles daños a la flora están las afecciones a la fauna, puesto que ya se ha visto en las zonas de San Antón y San Isidro algún animal ensartado en las plantas o muertos alrededor. En el caso del daño a personas, Caballero comenta que una niña se pinchó en San Antón y que la lesión que provoca es muy dolorosa.
Ante esto recuerdan que este monte, el de San Miguel, es de titularidad municipal, «por lo que es el Ayuntamiento el que tiene que hacerse cargo de eliminarlo», e insta al equipo de gobierno a a que pida ayuda si es necesario a la conselleria, «pero que no pase como ocurrió con los pinos, porque se echaba la culpa a la conselleria de un problema que estaba en nuestro municipio».
Difícil y costoso
Las actuaciones desarrolladas durante los últimos tiempos para erradicar el cactus de Arizona han sido difíciles y costosas -la última de en torno a 500.000 euros-, y el problema es que no hayan tenido continuidad en el tiempo. En el año 2008 se puso en marcha un proyecto para su erradicación que consiguió extraer tres mil kilos de cactus de la ladera de la Sierra de la Muela, pero como ya alertaron en su día los expertos era necesario realizar un mantenimiento ante su rápida proliferación. Después el municipio volvió a acogerse a las ayudas puestas a disposición por al Generalitat para estos menesteres y se realizó una nueva campaña, pero la labor es difícil puesto que los encargados deben ser expertos escaladores que cortan de raíz la planta y la deben retirar y quemarla para acabar con ella, aunque hasta ahora no ha servido de mucho.
Esta especie invasora, cuyo nombre científico es 'Opuntia below' se detectó por primera vez en Orihuela en 1998, aunque los trabajos para su erradicación no arrancaron hasta el año 2000. A partir de ahí se han realizado distintas campañas que han costado mucho dinero para llegar a la actualidad con el cactus expandiéndose hacia el Monte de San Miguel, donde ya está instalado.
Lo que quieren desde la Asociación Castillo de Orihuela es que se pongan los medios necesarios para acabar con él antes de que llegue a la zona del yacimiento arqueológico o siga acabando con especies de flora autóctona.
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