Peregrinación dulce y huertana

La primera de las peregrinaciones del año en la Vega Baja se vive en Catral. La fiesta aúna su carácter religioso con un sabor dulce que atrapa a pequeños y mayores. Santa Águeda es el primer festivo del calendario, después de San Antón de Orihuela, donde los niños pueden dar rienda suelta a su imaginación. Dulces, atracciones de feria y juguetes. No se puede pedir más para pasar el ecuador de este atípico invierno. La virgen atrae a vecinos de otras poblaciones que se acercan hasta el barrio rural para hacer promesas o dar gracias por su salud. En definitiva la fiesta se convierte en una mezcolanza de sabor y devoción.

El estrecho camino que acaba en la ermita que honra a la santa ha cambiado este año de fisonomía. Las obras de acerado han acortado la anchura de la avenida principal en algunos centímetros. Esta renovación ha obligado al Ayuntamiento a reubicar los puestos que venden productos tradicionales y a los que ofertan mecanismos más modernos.

Las obras de renovación de la calzada permiten que las personas mayores puedan desplazarse durante el más de un kilómetro que dura la travesía entre la calle Santa Bárbara y la ermita. Otra novedad que sorprendió al peregrino ayer fue la renovación de la fachada del 'joyero' que guarda la imagen. La comisión de fiestas de Santa Águeda ha sufragado la rehabilitación de la fachada del templo, «ahora parece una ermita de verdad», comentaban los vecinos.

El obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, presidió la misa mayor y alargó el oficio más de lo previsto con un extensa homilía. La veneración dio paso a la romería de vuelta a la residencia habitual de la imagen. Cientos de catralenses se agolparon en la calle para esperar el paso de estas fiestas de febrero. En el municipio este supone el ecuador festivo con respecto a las fiestas de San Juan. La feria y los puestos permanecen abierto hasta mañana por la noche puesto que el fin de semana ha alargado la celebración. Los golosos todavía tienen tiempo para comprar turrón casero.