Urgente Tormentas de lluvia y granizo descargan sobre Valencia: Previsión de Aemet para las próximas horas
Uno de las socias trabaja en la zona dedicada a los huertos. :: alberto aragón

Pequeñas parcelas en la hacienda para que los socios se autoabastezcan

El cortijo no solo se dedica a las aves, puesto que otra de las opciones es el cultivo de huertos con producción ecológica

J. ANDREU

Domingo, 28 de febrero 2016, 01:27

La Asociación Cultural Cortijo de Los Pérez dispone en la hacienda cedida por Tomás Cánovas de suelo de sobra para la realización de otras actividades, y una de ellas es no solo dedicarse a las gallinas adoptadas. El colectivo tiene como uno de sus principios bases que el respeto al entorno es fundamental y a la labor didáctica con las aves suman otra de las opciones disponibles para quienes están inmersos en el proyecto o quieran sumarse a él.

Publicidad

Se trata de «poner revalorizar algo que se pierde de una forma vertiginosa, valorar lo natural frente a producciones industriales», afirma Cánovas, y con ese propósito también es factible dedicarse a ser agricultor. Para ello tiene habilitadas diversas parcelas en donde los socios tienen sus huertos y que realmente es de donde se financian porque estos suponen a cada uno de los que quieran hacerse cargo de ellos 27 euros mensuales, aunque si se opta por 'huerto+gallina' el paquete sale por 35. Así cuentan los socios con veinticinco minifincas cada una de ellas de 36 metros cuadrados «que sirven de autoabastecimiento para las familias» de las que ahora hay ocupadas media docena. Cánovas dice que cada uno decide qué plantar pero solo caben dos premisas a cumplir. La primera es que hay que respetar el medio ambiente y la otra a los vecinos de huerto, a lo que hay que sumar que el régimen de cultivo ha de ser ecológico ya que no tienen cabida pesticidas ni otro tipo de productos de las plantaciones en masa. «Hay gente que viene todos los días y otros los fines de semana pero muchos de ellos han recuperado el gusto por el campo», dice Cánovas, mostrando la variedad que hay desde cebollinos a patatas, remolachas, acelgas o lechugas junto a escarolas «y muchos desconocían lo que era un huerto».

No es la única actividad agrícola en ciernes la de los huertos puesto que también y de forma paulatina otras parcelas se dedicarán a la plantación de frutales bajo el mismo concepto de que los niños planten y cuiden los árboles, les den su nombre y recojan sus frutos, «y cuando vengan de mayores tengan la satisfacción de decir que ese árbol lo planté yo», afirma. Asimismo los pequeños cuentan con todo tipo de actividades en la casa de la finca donde con sus familias desarrollan distintos talleres, desde la creación de jabones con productos naturales a los de cocina, manualidades, repostería y un sin fin de opciones «para que descubran que se pueden divertir más allá de usar los cacharros tecnológicos», remata Cánovas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad