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Integrantes de la Centuria Romana curante el acto de relevo de cargos celebrado en La Glorieta.
Lanzas firmes para custodiar procesiones

Lanzas firmes para custodiar procesiones

Los Armaos empiezan a escoltar los pasos de la Semana Mayor de Orihuela en su 125 aniversario

Joaquín Andreu Esteban

Lunes, 21 de marzo 2016, 01:13

Tarde de Domingo de Ramos es sinónimo en Orihuela de dos colores, el negro de los trajes que visten las integrantes de la Mayordomía de Nuestra Señora de los Dolores y la policromía que presentan en cada procesión los componentes de la Sociedad Compañía de Armados Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús, que este año cumplen los 125 años desde su fundación el 1 de abril de 1891.

Es momento de que las palmas de la jornada matinal dejen paso a las lanzas de Los Armaos para que estos desplieguen todo su buen hacer en la escolta de las procesiones ya que como han elegido en el lema de tan marcada efeméride llevan 125 años custodiando a Cristo. Desde primeras horas de la tarde se ven a estos hombres y mujeres por las calles que pisarán hasta el próximo fin de semana como centuriones que guardan fieles una tradición que pasa de generación en generación y que es uno de los hitos más singulares de la Semana Mayor de Orihuela. Despiertan el asombro entre mayores que miran atrás con añoranza de tiempos pasados y de niños que anhelan ser algún día parte de la tropa romana.

Como es habitual su recogida de los cargos supone la antesala de todo su deambular procesional y ayer no iba a ser menos. La parada en medio del Puente Nuevo para recoger al Abanderado, Fernando Sáez, ya congregó a numerosos vecinos y curiosos llegados de fuera para ver las procesiones que se toparon con ellos a las puertas del Casino. Bajo el nuevo portador de la bandera arropado entre otros por su padre y Caballero Cubierto, Tomás Sáez, a los sones del Himno Nacional y desde allí enfilaron no la Glorieta como muchos supusieron sino que por la calle San Gregorio acudieron a casa del Emperador, Ángel Bejarano, recibido entre otros por el Capitán, Antonio Estañ, y resto de la milicia romana.

Con la tropa al completo, desde los banderines de apertura hasta el último trío de lanceros encararon el segundo de los Andenes para efectuar la que es su cita más espectacular en la tarde del Domingo de Ramos, sobre todo en años como este donde se ha producido el relevo de cargos. Así llenaron el mármol de la Glorieta con sus marchas, petos, lanzas y penachos en los cascos en formación militar para que sus nuevos responsables recibieran el testigo de sus predecesores. Marciales presentaron armas al Emperador, quien tuvo palabras afectuosas para algunos de los más veteranos y de nuevo al toque del cornetín de órdenes en formación hacia la lpaza que recibe su nombre en la vieja calle del Molino. La Plaza de la Centuria Romana es el lugar elegido para echar la vista atrás en recuerdo de los socios que ahora solo desfilan en la memoria de sus compañeros. Lanzas abajo y corona de laurel depositada a los pies de la placa de la plaza a los sones de 'La muerte no es el final' completa el protocolo de la Centuria Romana hasta partir hacia el Rabaloche a hacer su primera escolta grande.

De este modo llegaron por la calle Hospital hasta la Plaza de Santiago para cerrar la procesión de las enlutadas Mantillas. Centenares de ellas acudieron hasta la iglesia para salir acompañando a sus dos pasos, el Cristo de las Santas Mujeres de Vázquez Juncal llevado a hombros por los hombres y la Virgen de los Dolores de Federico Coullaut-Valera. El dolor por la pérdida del hijo es la nota de esta procesión, luto en la tarde como relevo del brillante despliegue colorista de Los Armaos.

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