Amor de Padre

Cargado con su cruz, Nuestro Padre Jesús devolvió ayer el amor que le profesan los miles de fieles de Orihuela que durante todo el año lo veneran tanto en su camarín franciscano como fuera de él. Fueron cientos las personas que se apostaron desde primera hora de la tarde en el recorrido que cada Miércoles Santo cubre la mayordomía que tiene por titular al Abuelo, y aguardaron pacientes a que como le escribió Miguel Hernández, humilde, los cruzara el Nazareno.

La procesión salió a la hora prevista. Eran las seis y media de la tarde y el sol aún brillaba cuando La Convocatoria enfilaba la alameda de acceso a San Francisco. Un primer y numerosos pelotón de niños avisaba de que iban a ser muchos los que acompañaran al patrón, mientras que sus mayores preparaban los cirios, se colocaban los capirotes o simplementen esperaban a que llegara su turno. San Juan y La Dolorosa abrieron el cortejo con nazarenos distinguidos por el color azul de sus cíngulos. Aún siendo numeroso el tercio no recogía a la tercera parte de la procesión que continuó con la Cruz Penitencial incorporada hace dos años en el comienzo del desfile de La Agonía, la única obra de Salzillo que se salvó de las antiguas tallas de la entonces Orden Franciscana Seglar. Con suelo a base de claveles rojos y adornos florales en morado nazareno hombres y mujeres sacaron de Santa Ana al pequeño Cristo de finos rasgos con el que casi se despidió el sol. Tras él se incorporaron, ya en el paseo, Los Armaos, que también lucieron una tropa numerosa, como cada Miércoles Santo.

Nada se movía en el interior de la iglesia mientras que los mayordomos de Nuestro Padre Jesús formaban el cortejo en la explanada de acceso al templo, por detrás de la Cruz Insignia, como la penitencial obra de Benedicto Martínez, y los estandartes que cada año exhortan: «Alégrate Orihuela. Yo soy tu protector».

Con el desfile ya en marcha la imagen del Abuelo, obra de José Sánchez Lozano, apareció a la derecha del altar franciscano procedente de su camarín, y en el tránsito hasta la calle, por el pasillo central, se le fueron encendiendo las luces que ya requería para alumbrar el cortejo y que todos los que lo esperaran pudieran verlo bien. Por primera vez este año los encargados de llevarlo llevaron cubierto el rostro con un verduguillo y convirtieron esta parte de la procesión en totalmente penitencial, sin reparo de caramelos y ni siquiera de estampas como en otras ocasiones. Tampoco se colocó detrás del trono la guardia creada hace unos años, por lo que fueron directamente las notas de las marchas interpretadas por la Banda de Música Auxilium las que quedaron más cerca de los costaleros. Dos niños con hábitos franciscanos tiraron incienso al paso del cortejo que cerraron los responsables de la mayordomía y de la orden religiosa.

No faltadon los 'vivas' a Nuestro Padre Jesús, las lágrimas de muchos de los que se emocionan cada vez que lo ven salir ni la sorpresa de los más pequeños a su paso. El cortejo tardó más de una hora en llegar hasta su destino, el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate, con lo que el patrón no dejará su barrio del Rabaloche hasta la procesión de mañana por la tarde, la General de Viernes Santo. De hecho la gran participación de alumbrantes hizo que a la hora de la salida del titular de la mayordomía del templo de Santa Ana todo el recorrido de la procesión estuviera repleto de participantes, puesto que poco después fue cuando La Convocatoria llegó hasta el Santuario de Monserrate.