Sin piedad
Crítica de televisión ·
El estallido de agresividad es notable, con golpes y cuchilladas que duelenHay una situación imposible que se repite, de forma recurrente, en los thrillers con escenas de acción que nos llegan de Corea del Sur: una ... sola persona se enfrenta a decenas de enemigos en un solo espacio, generalmente un pasillo cerrado, con la simple ayuda de sus puños o algún objeto arrojadizo. El antihéroe -o más bien el héroe a su pesar-, figura habitual en este tipo de propuestas de origen asiático con la venganza por montera -un género en sí mismo, con sus lugares comunes y estereotipos-, sale indemne de la encerrona y deja para el arrastre a la mayoría de individuos que han osado amenazarle.
El estallido de agresividad es notable, con golpes y cuchilladas que duelen. El ejemplo más sonado es 'Old Boy', un título indispensable dirigido por el siempre sugestivo Park Chan-wook que tuvo un remake made in USA en manos de Spike Lee. Con la ayuda de un martillo, el protagonista se enfrenta, en una galería sin aparente salida, a numerosos matones, emulando mediante un plano secuencia una escena de 'Street Fighter', el videojuego, con 'scroll' lateral incluido.
Estas producciones ofrecen lo que prometen, sin trampa ni cartón, con mucha sangre y tensión. Suele morir hasta el apuntador en un espectáculo que fusiona el drama con una peculiar coreografía de la violencia, más realista y desgarradora. 'Sin piedad para nadie', serie estrenada en Netflix, pertenece a esta tendencia. Creada por Choi Sung-eun, su reparto está conformado en un 99 % por hombres que se matan entre sí. La lucha por el poder y el ojo por ojo vertebran 7 cruentos episodios que habrá quien relacione con la saga 'John Wick'. Los coreanos salpicaron primero la pantalla con un planteamiento visual excesivo y fascinante, con claros aires de western: las pistolas se cambian por bates.
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