

Secciones
Servicios
Destacamos
«La tienes que guardar en un sitio secreto», decía Anna Saura a su hijo Leo. Y es que era al pequeño a quien la hija de Carlos Saura confiaba la llave que dentro de treinta años abrirá el compartimento en el que la familia del cineasta depositó ayer su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, en un acto marcado por el recuerdo, la emoción y una memoria que no siempre permanece intacta para todos. Así lo demostró una de las fotografías que desde este lunes reposa en la caja del realizador oscense, que falleció en febrero de 2023, «la única -dijo su hija- en la que aparecemos sus siete hijos, de cuatro madres diferentes». A su lado, su madre y viuda de Saura, Eulalia Ramón, negaba la mayor: «No es así». «Mamá, tú ese día no estabas», le respondía Anna que databa la imagen entre 2015 y 2016. «Pero si esa foto la hice yo», contrarrestaba Eulalia mientras los asistentes rompían a reír.
La instantánea de la discordia no es la única presente en lo que Anna denominaba el «bazar Saura», un conjunto de objetos que «representa bastante la figura de mi padre, un artista multidisciplinar, amante del cine, la música, la literatura, la fotografía y la pintura». Junto a una de sus cámaras o su último par de gafas, hay fotografías con amigos y compañeros como Buñuel, Berlanga, el director de fotografía Luis Cuadrado o el productor Elías Querejeta. También hay autorretratos, a los que tan dado era para probar sus nuevas cámaras y objetivos, y retratos familiares, como una de las últimas imágenes tomadas a su hija Anna y sus nietos Laia y Leo en su casa de Collado Mediano, en verano de 2022; dibujos de Miguel de Cervantes con la leyenda '¡No se escribe con las canas, sino con la inteligencia!', y hasta un 'fotosaurio', una de esas fotografías que al autor de películas como 'Deprisa, deprisa', 'Carmen' o 'Cría cuervos' no le gustaban y sobre las que pintaba para no echarlas a perder.
Pero también hay recuerdos del Carlos Saura infante, como sus libros de texto de 'Geografía' o 'Ciencias Físicas y Naturales' o un cuentito que escribió sobre San Sebastián cuando apenas tenía once años, con dibujos de la playa de la Concha y el paseo. «Repelente niño Vicente», decía entre risas que llamaba Eulalia a un artista profundamente inquieto que, como también recordó su hijo Antonio, era un «trabajador infatigable». Tanto que «cuando ya no le dejaron seguir haciendo películas, se pasaba el día pintando o escribiendo».
Al grupo de los textos pertenecen sus memorias, 'De imágenes también se vive', editadas de manera póstuma, aunque como explicaba su hija fue una de las últimas obras en las que trabajó junto a la editora Ángeles Fernández Santos, semanas antes antes de morir, y la que quizá es la gran joya de esta colección, un ejemplar de '¿Querida, me alcanzas el cuchillo?', el favorito de sus guiones inéditos, un libreto que se le ocurrió junto a Eulalia y que intentó sacar adelante hace quince años. «Quizá dentro de treinta años se pueda llevar a cabo porque es bastante atemporal, trata sobre una pareja y un asesinato. Es un thriller», resumía Anna, encantada con que el eterno legado de su padre descanse justo debajo del de Atahualpa Yupanqui, uno de sus músicos favoritos.
Antes de los tres familiares desgranaran cada uno de los objetos, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, explicaba que para la institución estos actos «modestos pero llenos de significado» son fundamentales. «Queremos recibir las mejores herencias del pasado de nuestra cultura, ya que son el compromiso legítimo con el futuro y hoy con Carlos Saura recibimos el legado de una de las figuras fundamentales en nuestra educación sentimental a través del cine. El magisterio de Saura está ahí, en su prestigio nacional e internacional, a partir de películas como 'La caza', 'La prima Angélica', 'Cría cuervos' o 'Deprisa, deprisa', películas que nos han contado realidad de la dictadura franquista y cómo la realidad se fue transformando hacia la democracia», explicaba.
De sus memorias, leyó García Montero un fragmento contra el absurdo de las guerras -Saura estaba en Madrid durante la Guerra Civil-: «Desde entonces he odiado las guerras. Ninguna piedad para los que lanzan las bombas sobre una ciudad poblada de niños, mujeres y hombres tratando de destruir sus vidas, sembrando el dolor y el odio (...). Quizá por eso, pronto me volví alérgico a las grandes palabras: patria, honor, nación religión...».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.