El cine de denuncia social es un potente género cinematográfico, habitualmente asiciado al drama pero también hay mucha denuncia social en algunos thrillers e incluso en reconstrucciones históricas. De momento nos detenemos en dos títulos, absolutas obras maestras sobre la miserable vida de los trabajadores del campo, muy unida a la tierra, en dos momentos del siglo XX, que son producciones estadounidenses: 'Las uvas de la ira' y 'La sal de la tierra'
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Protagonizada por Henry Fonda, Jane Darwell, John Carradine, Charley Grapewin, Dorris Bowdon, Russell Simpson, O.Z. Whitehead y John Qualen. Gran obra maestra de John Ford, una desesperada crónica social de los años de la Gran Depresión en torno a una familia de agricultores que decide emigrar hacía lo que consideran las prósperas tierras de California. Vigorosa, lírica y poética a un tiempo, basada en la novela homónima de John Steinbeck, es una película de brillante narrativa en la que apuntan muchos de los temas habituales de Ford, como el matriarcado y la lucha por la supervivencia.
Estados Unidos, años 30. En plena Depresión económica, muchas familias de campesinos que han perdido sus hogares y tierras, deberán salir hacia el oeste, para encontrar en la recolección de la uva un medio de subsistencia. En el camino, la incomprensión y la violencia se ceñirán sobre estas, de manera especial sobre la familia Joad: Ton Joad (Henry Fonda), hijo mayor de una familia de aparceros que viven en el medio Oeste americano, vuelve a casa después de haber permanecido cuatro años en la cárcel por haber matado a un hombre. Al llegar comprueba como la sequía y las tormentas han devastado las tierras, llevando a la ruina a su familia y dejando los terrenos improductivos para futuras cosechas. Las tierras han sido expropiadas por una fuerte empresa. Se lo cuenta el único superviviente, que obstinado en quedarse se ha vuelto loco. Ante la miseria que se les avecina, Joad y su familia deciden emigrar desde Oklahoma a California en busca de una vida mejor, región donde, según dicen, hay abundante y buen remunerado trabajo en la recolección de la uva. Así, marchan todos juntos en una vieja camioneta, abarrotada d personas y objetos. Es una odisea hacia 'la tierra prometida' según los anuncios, en cuyo camino mueren los abuelos, mientras esa familia va alojándose en miseras casas para transhumantes, y en campos de trabajo. Casey (John Carradine), un antiguo clérigo que viaja con ellos, es asesinado al intentar convocar una huelga en demanda de mejoras salariales. La ira se apodera de Tom, que se venga matando a un policía. Y al llegar a una granja estatal, deberá huir por aquel asesinato. La familia, ya sin él, vuelve a emprender el camino sin fin, bajo la dirección llena de esperanza de Ma Joad (Jane Darwell), quien comenta en voz alta ante su marido: «…Pero nosotros estamos vivos y seguimos caminando. No pueden acabar con nosotros ni aplastarnos; saldremos siempre adelante porque somos la gente».
Un durísimo golpe al sueño americano. John Ford adapta la fabulosa novela de John Steinbeck que había obtenido el Premio Pulitzer, y que se adaptaba como un guante a las mejoras epopeyas de Ford. La película logró los Oscar a la Mejor Dirección y a la Mejor Actriz Secundaria (Jane Darwell), quedando nominada en las categorías de Mejor Película, Mejor actor Principal (Henry Fonda), Mejor Montaje, Mejor Guión y Mejor Sonido. La película estuvo prohibida en España durante décadas y finalmente se pudo estrenar a través de TVE el 26 de febrero de 1974.
Protagonizada por Will Geer, David Wolfe, Mervin Williams, David Sarvis, Rosaura Revueltas y E.A. Rockwell, Gran película del director norteamericano Herbert Biberman que consiguió realizar, además de una producción de notable calidad fílmica, un manifiesto pro-humanista incontestable, que aboga por la abolición de cualquier forma de explotación y discriminación. Unos mineros de Nuevo México van a la huelga tras una serie de incidentes, librando una dura y amarga batalla en la que recibirán el apoyo de sus mujeres. Biberman tuvo muchos problemas para rodar la película, pero cada día se enfrentaba al rodaje con más fuerza si cabe, lo que no evitó que terminara arruinado al finalizarlo. Después llegarían los problemas para su exhibición en las salas. Incluida en la lista negra, durante el periodo de la «caza de brujas» por ser considerada subversiva y de izquierdas, la película supuso un gran acto de valentía, convicción y modernidad, en el sentido de defender, por primera vez en el cine, valores feministas.
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En junio de 1951 una huelga paralizó el trabajo en una mina de zinc de Nuevo México, Estados Unidos. La compañía que la explotaba, llamada Empire, rechazó toda negociación con los mineros y la huelga se prolonga indefinidamente. Los mineros, organizados en piquetes ante la mina para impedir todo acceso de mano de obra, piden condiciones más seguras de trabajo y mejoras sanitarias en las viviendas que alojan a las familias de los mineros latinos, a quienes la compañía trata considerablemente peor que a los mineros anglos. Empire llega a obtener una orden judicial para prohibir el piquete de mineros pero alguien advierte que el documento no decía nada sobre las esposas de los mineros. La propuesta es entonces integrar los piquetes con mujeres y, aunque encuentra inicialmente cierta resistencia machista por parte de los huelguistas, finalmente es aceptada. La huelga se prolonga así hasta enero de 1952, cuando la compañía cede y acepta reiniciar las negociaciones...
Respaldado por un reparto que procedía en su mayoría de actores no profesionales de la zona, como Juan Chacón -que presidía el sindicato de mineros desde 1950-; y otros con una corta carrera como Rosaura Revueltas -que incluso fue detenida durante la filmación por sus ideas feministas y tiempo después deportada-, Biberman transmite un mensaje de igualdad y reivindicación de los derechos laborales. Derechos que aún no están reconocidos en la mayor parte del mundo y que hacen que 'La sal de la tierra' sea una película, además de poderosa, vigente. Los realizadores franceses Bertrand Tavernier y Jean-Pierre Coursodon llegaron a decir: «Esta película es probablemente una de las únicas obras no criticables de la historia del cine: su mayor mérito es el hecho mismo de su existencia». Además, desde los noventa, 'La sal de la tierra' figura en el registro de películas de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por su importancia histórica y cultural. En España no se pudo estrenar hasta el 7 de abril de 1978, ya con la Constitución aprobada, que abolió la censura.
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