Urgente Un camión incendiado y un posterior accidente entre otros dos colapsan la A-35 a la altura de Montesa

'Succession' se repite más que el ajo. Lo que pasa es que a mí el ajo me encanta. De verdad, me maravilla. Es una hortaliza que casa con casi todo y cuyo aroma hace de las comidas algo más atrevido, diferente y original. El ... problema viene unas horas después del suculento atracón, cuando te arrepientes de haberte calzado esos espaguetis 'aglio e olio' porque, en realidad, siguen ahí contigo todo el santo día.

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De 'Succession', en cambio, uno no se arrepiente nunca, aunque siempre he dicho que a una ficción como la del británico Jesse Armstrong un atracón como el que se suelen dar los adictos a las series -qué sopor este asunto, ¿eh?- no le viene nada bien. Y no, no es tanto porque haya que reposar lo sucedido o reflexionar ante las tramas que, semana a semana, nos va regalando la familia Roy, que esto es más viejo que Shakespeare -si hasta está la figura del bufón, encarnada en Greg y el maravilloso Tom-.

Darse un atracón de 'Successión' no es nada recomendable porque la serie está una y otra y otra vez abordando los mismos asuntos, situaciones y emociones: el poder, la venganza, la envidia, la traición... Y si te metes cuatro episodios de una tacada, es más que posible que algunas de las costuras de la serie salten.

Creo que podría pasarme la vida entera viendo 'Succession' -también comiendo ajo-, pero eso tiene más que ver con que la serie está escrita de forma maravillosa, con el brutal plantel de actores que defiende el proyecto y con que son ricos y cretinos haciendo cosas de ricos y cretinos. Pero hace semanas que la ficción no sorprende. y, la verdad, lo prefiero. Ojo, siempre es mejor eso a que los guionistas, por aquello de dejarnos con la boca abierta, se lancen a hacer planteamientos inverosímiles como el de este pasado lunes.

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