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A primera vista poco tienen que ver James Gandolfini y Álex García. Pero la vida -quien dice la vida, dice las series- les han acabado ... relacionando. El primero se encargó hace 25 años de presentar a un mafioso vulnerable, de mostrar el lado más emocional de un tipo de personaje que hasta entonces solo se asociaba a la violencia. De lo sembrado en 'Los Soprano' han bebido después muchas ficciones.

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También lo hace 'El inmortal', la historia que emite Movistar sobre los Miami, la banda que controlaba el tráfico de droga en Madrid y que está protagonizada por García (aquí está la relación entre ambos).

En ella encarna al líder del clan, un tipo sin escrúpulos que quiere medrar a toda costa vendiendo coca en las discotecas de la ciudad. Pero hay más. Porque José Antonio (en la vida real era Juan Carlos) es también un hijo preocupado por proteger a su madre, a sus hermanos y a los amigos con los que se ha criado, y que sufre cuando se separa de su hija. Por eso empatizamos con él. Aunque golpee, aunque mate, aunque extorsione. Aunque nos sorprenda hacerlo. Sucedió en la primera temporada y en la segunda -ya completa en Movistar-. García domina las poses, los tiempos, los gestos para crear a un protagonista que pese a su frialdad es capaz de transmitir sentimientos.

'Los Soprano' también nos enseñó que está muy bien tener una figura principal bien trazada, pero que hay que acompañarla de secundarios que brillen, que tengan identidad propia. Y de eso también tomó nota 'El inmortal'. De ahí nacen, por ejemplo, La Rubia o Rober, con tramas realmente importantes en los nuevos capítulos. Qué bien están también Teresa Riott y Marcel Borras. Cuántas lecciones aprendidas hay detrás de la producción de esta serie.

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