!['Newtopia', un zombi quiere comerse a mi novia](https://s3.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2025/02/18/newtopia-kRTC-U230900146182yPF-1200x840@RC.jpg)
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Aunque se nos haya podido pasar por la cabeza, en más de una ocasión, como espectadores de mente y retina encallecidas, la posibilidad de que la moda de los zombis en el medio audiovisual pudiera llegar a su fin, el fenómeno parece no acabar nunca. Los festivales especializados siguen acogiendo, sin parar, obras relacionadas con los muertos vivientes -ahí está el aplaudido maratón nocturno y la marcha zombi organizada anualmente en el festival de Sitges-, mientras las plataformas no cesan en su empeño de alimentar la adicción a las historias de no-muertos con nuevos lanzamientos, a cual más variopinto. 'Newtopia' llega desde Corea del Sur, ya disponible en el menú de Prime Video, a capítulo por semana de un total de ocho entregas. En las antípodas de las seriedad de la estupenda 'The Last of Us', cuya segunda temporada es uno de los estrenos más esperados del año, esta delirante propuesta con sello oriental está más cerca del cine primigenio de Peter Jackson, con 'Mal gusto' y 'Braindead', aka 'Tu madre se ha comido a mi perro', a la cabeza, que de cualquier sucedáneo de 'La noche de los muertos vivientes' y posterior saga pergeñada por el maestro del horror George A. Romero, a quien hay que invocar siempre que toca escribir sobre un producto salpicado de cadáveres andantes devoradores de cerebros.
'Newtopia' es sumamente irregular, cuenta con algunas puntuaciones nefastas en la red, esas que no hay que tomarse muy en serio pero es imposible no consultar. Sin embargo, lejos de liarse a proponer una historia novedosa, busca la originalidad en el tratamiento de las imágenes, con algunas soluciones visuales de lo más divertidas (cámara subjetiva, gran angular, encuadres atípicos...). Además, no han escatimado en figurantes ni en localizaciones. Da gusto que el CGI no sea el protagonista en una serie de esta índole, con algunas secuencias sorprendentes que echan mano de prótesis y efectos de maquillaje old school. Comedia y terror se dan la mano, con abundantes escenas gore empapadas de humor negro -con especial atracción por la explosión de globos oculares-. El protagonista, un soldado atolondrado, se ve inmerso en una invasión de muertos que caminan. En paralelo, su novia, más despierta, también se enfrenta a la horda de zombis desbocados por las calles de una ciudad sumida en el caos debido al ataque de una oleada de humanos rabiosos que no paran de corretear en busca de presas fáciles (y despistadas). Muerden a sus víctimas como posesos, extendiendo el imparable virus. El mal viscoso no para de crecer en un relato macabro que ofrece más de lo de siempre, pero con un gracejo mayúsculo.
Estamos ante otro apocalipsis zombi de libro, cuyo mayor atractivo es el tono que emplea Yoon Sung-hyun, director de 'Tiempo de caza', un thriller con nervio y atmósfera disponible en Netflix. En la película, lo que empezaba como un filme de atracos derivaba en otra cosa. En muchas otras cosas. Un grupo de amigos se buscan la vida como pueden en un futuro incierto. Quieren escapar de los barrios marginales. La juventud es sinónimo de valentía, pero también de ingenuidad. Los planes no salen como imaginaban, estalla la violencia y se ven obligados a madurar de sopetón con un arma en la mano. Si en el filme su máximo responsable era capaz de fusionar el suspense con el terror y la acción, aquí logra también despertar sensaciones, con una puesta en escena reseñable, uniendo la risa y el horror. En 'Newtopia' nos encontramos a un grupo de reclutas ingenuos y tontorrones que acaban madurando, no les queda otra, aliándose con otros personajes grotescos que también evolucionan a lo largo de la trama. Empujados por el deseo de sobrevivir a la invasión, se cruzan en el camino con otras individuos desconcertados que se defienden como pueden, dando pie a algunos momentos rocambolescos donde la sangre es la reina de la función. Puro slapstick, como el primer Peter Jackson, buscando la complicidad del aficionado a la anatomía desatada y los sesos saltarines. Despedazamientos no faltan en una odisea que también tiene un hueco para el romance, equilibrando la balanza, es un decir, entre el amor y la mutilación.
El reconocimiento al cine asiático de género se expande. Su excelente manejo del tono cinematográfico y su libertad a la hora de afrontar premisas delirantes y secuencias imposibles, ofreciendo espectáculo y evasión sin olvidar la reflexión, están al orden del día. Hablamos de un país con apenas cincuenta millones de habitantes, con una producción sobria que genera pingües beneficios en sus propias fronteras y se difunde por todo el mundo. Que no pare la música.
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