'Marriage'
CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
Esta serie duele mucho porque cualquier pareja con años de convivencia puede identificarse con estos ingleses que viven en un adosado, veranean en España y discuten por nimiedadesCRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
Esta serie duele mucho porque cualquier pareja con años de convivencia puede identificarse con estos ingleses que viven en un adosado, veranean en España y discuten por nimiedadesAl inicio de 'Dos en la carretera', Audrey Hepburn y Albert Finney contemplan a una pareja de novios que sale de una iglesia. «No parecen ... muy felices», observa ella. «¿Por qué deberían serlo? Acaban de casarse», zanja él. Pocas películas han reflejado mejor el demoledor desgaste de la vida conyugal. La serie británica 'Marriage' (Matrimonio), disponible en Filmin, comparte la amargura del filme de Stanley Donen, aunque su tono no es de comedia romántica, sino de drama realista.
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A sus 64 tacos, Sean Bean ya no es el guerrero de 'El señor de los anillos' y 'Juego de Tronos', sino un ejecutivo al que han despedido del trabajo antes de la jubilación. Acude a humillantes entrevistas de trabajo y se ocupa de la casa porque su mujer -soberbia Nicola Walker- sigue como abogada en un despacho de medio pelo, sufriendo a un jefe psicótico.
Malas noticias para los fans de 'Succession'. En 'Marriage' no ocurren grandes cosas, no hay giros de guion sorprendentes. Los cuatro episodios de una hora avanzan a base de cotidianidad y silencios. Su creador, Stefan Golaszewski, alarga hasta el límite escenas en las que la pareja no habla, aunque tenga mucho que decirse. Por ejemplo, cómo superar el duelo por un hijo que murió de bebe y al que siguió la adopción de una hija negra, hoy una veinteañera unida sentimentalmente a un cretino.
'Marriage' duele mucho porque cualquier pareja con años de convivencia puede identificarse con estos ingleses que viven en un adosado, veranean en España y discuten por nimiedades en el supermercado. Ella fantasea con tirarse al idiota de su jefe; él está tan desesperado por hablar que casi llega al acoso con los empleados de la piscina y el supermercado. La vida misma, tal cual.
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