Pelis de terror, podcasts de 'true crime' y documentales de asesinos: por qué asustan, relajan e interesan más entre las mujeres
Las historias de violencia siempre han fascinado al ser humano. En los últimos años, los crímenes reales se han convertido en productos de confort para la audiencia pero sus códigos narrativos están en entredicho
Paloma Chen
Sábado, 12 de abril 2025
Dentro de la afición a las historias oscuras y morbosas encontramos mucha variedad. Desde los que solo disfrutan del terror clásico, con sus numerosos subgéneros, ... hasta los que buscan la tensión suave de un thriller detectivesco, pasando por aquellos a los que les interesa todo lo que tiene que ver con crímenes reales. Muchos de estos espectadores y espectadoras necesitan esta dosis de adrenalina justo antes de irse a dormir. Los horarios laborales hacen que, a veces, el único hueco libre que tengamos sea justo antes de cerrar los ojos pero... ¿no es paradójico que estas obras que tratan temas de violencia explícita nos ayuden a conciliar el sueño, a la vez que nos perturban? ¿Nos interesan, nos asustan, nos relajan, o todo a la vez?
El auge del 'true crime'
Lo cierto es que no es algo nuevo. Desde siempre, las historias de miedo han sido muy populares, como cuando se contaban alrededor de una hoguera para hablar de todo lo que escondía la oscuridad de la noche. Y muchas de esas historias, de hecho, se presentaban como verdaderas, y no solo como recreaciones imaginarias. No obstante, hoy el 'true crime' está más vivo que nunca gracias a las plataformas digitales.
La etiqueta 'true crime' (expresión en inglés que se puede traducir como 'crimen real') sirve para describir un género de no-ficción literario, cinematográfico, televisivo y de podcast, en el que se tratan crímenes reales, frecuentemente asesinatos, con un perfil sensacionalista. El hecho, precisamente, de ser supuestamente veraces, es la principal diferencia con otros thrillers o historias de terror y horror de ficción, y también su principal controversia por cómo retratan a víctimas reales y sus familias. A pesar de las preguntas éticas que siempre rodean estas producciones, el 'true crime' está de moda tanto en España como a nivel internacional. Los ejemplos patrios son series documentales como 'Muerte en León' (2016), 'El caso Alcàsser' (2019), '¿Dónde está Marta?' (2021), 'El caso Asunta' (2024), 'El caso Sancho' (2024), y programas como 'L'hora fosca' de À Punt y 'Crims' de TV3.
De entre los nombres de divulgadoras, destaca el de Mona León Siminiani, pionera del pódcast en España, con 'Negra y criminal' (primero en la Cadena SER y luego en Podium podcast) y '¿Hablas miedo?' (en Audible); el de Miren Jaure, alias Mimi XXL, con el podcast 'Mimicidios'; el de Clara Tiscar, con el podcast 'Criminopatía'; y el de Martha Caballero, que suma más de 272.000 suscriptores en su canal de Youtube sobre crímenes de España y de todo el mundo.
La espectadora: ¿a las mujeres les interesa más el 'true crime'?
Los nombres femeninos destacan como principales divulgadoras de contenido 'true crime'. ¿Son ellas también las principales consumidoras? ¿Es una simple preferencia de contenido? Investigaciones como la de Amanda M. Vicary y R. Chris Fraley de 2010 para la revista científica Social Psychological and Personality Science, titulada 'Captured by True Crime: Why Are Women Drawn to Tales of Rape, Murder, and Serial Killers?' ('Atrapadas por el true crime: por qué las mujeres se sienten atraídas hacia historias de violaciones, asesinatos y asesinos en serie'), nos da datos interesantes sobre ello. Por una parte, analizaron que, en Amazon, más mujeres que hombres dejaban reseñas sobre libros de 'true crime'. Por otra, en una encuesta online que realizaron a 1.866 personas, también concluyeron que las mujeres preferían el 'true crime' por encima de otros géneros con contenido violento. Otro estudio de 2024, realizado por Kantar, empresa líder en marketing y análisis de datos, con 10.000 consumidores de diez mercados globales (incluido España), habla de que un 46% de las mujeres siente predilección por los podcasts sobre crímenes, frente al 34% de los hombres.
En el estudio de Vicary y Fraley, se sugiere que las mujeres, por sentirse más identificadas con las víctimas de los crímenes (la violencia machista hace sentirse más susceptible de ser agredida), dan más importancia que los hombres a la necesidad de conocer detalles sobre crímenes escabrosos y así, podrían aprender técnicas de supervivencia que les generan también cierta sensación de seguridad. Otro estudio cualitativo, en este caso de 2022, el de Kelli S. Boling para la revista académica Mass Communication and Society, entrevista a mujeres supervivientes de violencia de género enganchadas a podcasts de 'true crime'. Entre las razones por las que se sienten atraídas por este contenido, identifica la de que, para algunas mujeres, es útil en el procesamiento del trauma y en sus procesos de recuperación, al poder sumergirse en un mundo donde sus experiencias vividas están normalizadas. En algunos casos, y aunque parezca contraintuitivo, se sienten más comprendidas que en su entorno cotidiano, además de satisfacer su curiosidad por cómo podría funcionar la mente de un agresor.
En el libro 'Reina del grito. Un viaje por los miedos femeninos' (Blackie Books, 2024), la periodista y crítica de cine de terror Desirée de Fez habla de ser muy miedosa pero de haber abrazado las películas y los libros de terror precisamente como obras que ayudan a observarse y entenderse. Aunque advierte de que, a raíz de hablar con las lectoras sobre el libro, se ha dado cuenta de que «a no todo el mundo le funciona, y el terror no es para todo el mundo, pues no hay que olvidar que pide estar dispuestos a pasarlo mal», en su caso personal, «ver mis propios miedos reflejados en las películas, desde la distancia y en un espacio controlado (la pantalla) me ayuda a analizarlos. No sé si a combatirlos, pero sí a entenderlos». Sobre el vínculo entre el terror y lo femenino, lo ve, sobre todo, desde la dirección de cine y la escritura: «En la última década han sido muchas las cineastas y escritoras que han optado por los códigos y las narrativas del terror para abordar, de manera muy inteligente y rotunda, nuestros miedos, nuestras ansiedades, las maternidades no convencionales, la presión estética, el edadismo, la identidad…». Algunos de sus ejemplos favoritos son las películas 'Babadook' (2014), 'Una chica vuelve a casa sola de noche' (2014), 'Titane' (2021) y 'La sustancia' (2024). Sin embargo, respecto al 'true crime' no se muestra entusiasta: «Salvo en excepciones muy buenas, tengo la sensación de que se ha trivializado demasiado estos últimos años vía su éxito en plataformas».
¿Aprendemos sobre el peligro?
Consumir 'true crime', efectivamente, se ha vuelto cada vez más frecuente en distintos formatos. Mar P. (27 años) no ve series de ficción documental, sino que consume directamente contenido de divulgación narrativa. Es una de las más fieles seguidoras de los vídeos de Martha Caballero, y asegura que este tipo de contenido no le da miedo sino que, al contrario, le tranquiliza y ayuda a disminuir su ansiedad (siempre escucha la voz de Caballero antes de dormir): «El mundo es peligroso, y a mí estas historias me parecen útiles. Te enseñan a no ser ingenua y pensar que todo el mundo es bueno o que te puedes fiar de cualquier desconocido, Me ayudan a afrontar la realidad». Cuando escucha a su divulgadora de 'true crime' favorita, por una parte, se siente afortunada de estar físicamente segura y de no haber sufrido situaciones como las que describe y por otra, aprende recursos para afrontar situaciones peligrosas.
Otras aficionadas al 'true crime' tratan de repensar sus códigos clásicos porque los considera «problemáticos» a día de hoy: la periodista y escritora Beatriz García Guirado admite que siempre ha disfrutado del género «con culpabilidad, porque, al menos en España, siempre aparecen como víctimas mujeres blancas, jóvenes y guapas, con identidades puras y virginales, a las que asesinan una noche que salen de fiesta porque tienen la mala suerte de toparse con un desconocido peligroso, algo que, como sabemos, no es cómo normalmente pasan los crímenes en la vida real, que ocurren en la familia o en el entorno más cercano». Añade que «precisamente porque las plataformas saben que el 'true crime' tiene una mayoría de audiencia femenina blanca, utilizan también ese dato para culpabilizarnos de que sus producciones estén llenas de víctimas con ese mismo perfil, cuando sabemos que hay muchos más: no se hace 'true crime' sobre los asesinatos de las trabajadoras sexuales migrantes, o sobre los de personas en situación de calle, que los hay y muchos, pero sobre ello no se difunde ni conciencia».
En su reciente ensayo personal 'La chica muerta favorita de todos' (Libros del K.O., 2025), intenta desmontar los clichés sensacionalistas que tienden a trivializar el 'true crime', empezando por contar un caso más desde la perspectiva de la víctima real que desde quienes juegan a ser detectives inventores de todo tipo de teorías descabelladas. No es un caso cualquiera, sino el del hipermediático La Dalia Negra, apodo de Elizabeth Short, una joven de veintidós años cuyo cadáver mutilado apareció en Los Ángeles en 1947. El crimen nunca se resolvió, pero sirvió de entretenimiento a los intelectuales de la época. Con su libro, García Guirado pretende devolverle la individualidad a Short, y recuperar una imagen más cercana a la realidad de su identidad, perdida bajo capas y capas de glamuroso amarillismo.
Para ella, cómo narran los medios de comunicación casos como el de Alcàsser, que vivió de adolescente, y determinadas obras audiovisuales que se popularizan «enseñan a las mujeres cosas como que no debes salir a divertirte o no debes salir de casa, por lo que es peligroso creer que te dan enseñanzas reales, pragmáticas. Sería distinto si, por ejemplo, señalaran las banderas rojas a la hora de conocer a alguien, o dieran otro tipo de tips útiles«. ¿Cuál es un buen 'true crime', entonces? «El programa conducido por Carles Porta, 'Crims', enseña sobre cómo funciona el sistema judicial y eso sí es muy interesante. Aprendes qué es un cara a cara, qué es una diligencia, no se cosifica a las víctimas, y muestra las violencias sistémicas más allá de la culpabilización individual».
Otra aficionada a las historias de crímenes reales, que visiona antes de dormir, Carla L. (27 años), policía local, también considera que 'Crims' y, sobre todo, 'L'hora fosca', son programas disfrutables que intentan ser más respetuosos con las víctimas que muchos otros productos que se entremezclan en el batiburrillo etiquetado como 'true crime' (como el controvertido libro donde José Bretón narra el asesinato de sus hijos). Aunque cree que de estos programas no se puede sacar ningún «kit de supervivencia práctico» porque «no veo patrones concretos respecto a si a una persona hace x, evítala, pues cada caso suele ser muy particular», sí considera que «es muy normal intentar conocer los peligros y anticiparte a ellos, por lo que podría ser que las mujeres seamos mas consumidoras de 'true crime' por esa razón, pero a mí en concreto lo que me interesa es ver lo que un ser humano es capaz de hacer, por qué alguien actúa de determinada manera, si hay señales que indiquen si podría o no volver a delinquir, las pistas que llevó a la policía a detener a esa persona, etc.»
Establecer límites: entre la fascinación y el control
El interés por lo horrible y escabroso tiene límites. Un estudio de 2020 publicado en la revista Psychological Science titulado 'Playing With Fear: A Field Study in Recreational Horror' ('Jugando con el miedo: Un trabajo de campo en el horror recreativo') habla de un punto óptimo de miedo, a partir del cual lo disfrutable o lo interesante decae para dar paso a lo desagradable y realmente terrorífico. Así, un artículo de 2021 de los profesores Haiyang Yang y Kuangjie Zhang para el Harvard Business Review alude a que, para disfrutar del terror y el horror, necesitamos un determinado marco mental protector compuesto por tres elementos: 1) sentirnos físicamente seguros, 2) saber separar realidad de ficción, como ser consciente de que lo horrible no está sucediendo realmente, sino que simplemente son actores y actrices interpretando, y 3) tener confianza en que tenemos la capacidad de superar o controlar los peligros que se nos están mostrando.
La ensayista y periodista Beatriz García Guirado encuentra «algo muy viejo» en el interés por lo que nos da miedo: «Desde siempre nos da curiosidad la naturaleza del mal. Las obras de 'true crime' nos permiten ver algo que siempre se nos dice que podría pasar, pero desde una distancia de seguridad». Para Carla L., que además de los programas audiovisuales, es aficionada desde muy joven a leer sobre casos de asesinos en serie, lo que le llama la atención es curiosear sobre la vertiente criminal de las personas: «¿Por qué el ser humano es capaz de hacer ciertas cosas? ¿Por qué tenemos conductas violentas desviadas? Es cierto que cuando veo estos casos en televisión antes de dormir no me dan miedo, porque se suelen contar en un tono narrativo ligero que me entretiene, me absorbe, y me evade de mis propios pensamientos. El que sí me impactó mucho fue un capítulo de 'L'hora fosca' sobre el crimen de Pedralba tanto por lo especialmente macabro como por la cercanía geográfica. Saber que todo eso sucede también en Valencia me aterra un poco mas».
Para Mar P., aficionada más a los podcasts que a las imágenes explícitas, «lo que tienen las narraciones sonoras es que suenan a cuento interesante más que a otra cosa. A veces, son casos muy antiguos, de archivo histórico, donde las personas implicadas ya no están vivas, por lo que la distancia del tiempo ayuda a separar». Cuando se acerca a obras audiovisuales, poder soportar la tensión tiene que ver con tolerancia y predicitibilidad: «Las películas de miedo en general sí me gustan, pero no las de sustos, porque son impredecibles. Ahora mi serie de confort es 'Dexter' porque es una serie antigua y predecible. En la vida real jamás podría ver la escena de un crimen, no tolero la sangre».
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