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Resulta muy difícil escribir sobre una nueva temporada de 'Hacks' (Max). Primero, porque se han agotado todos los sinónimos de «brillante». Y segundo, porque es ... imposible que de estas teclas salgan frases tan ingeniosas como las que salen de las cabezas de Lucia Aniello, Paul W. Downs y Jen Statsky y que, en boca de Jean Smart (Deborah Vance) y Hannah Einbinder (Ava Daniels), suenan a gloria.
En la tercera temporada, Deborah y Ava luchan por alcanzar un objetivo: que Deborah consiga su ansiado 'late night'. Pero, una vez conseguido, y cuando parecía que las tensiones entre la pareja protagonista habían evolucionado hacia la complicidad, la amistad y el respeto mutuo, la serie da un giro final: Deborah decide no nombrar a Ava jefa de guionistas del programa, y esta la chantajea para conseguir el puesto. Por primera vez, se invierten las relaciones de poder. Pero Deborah, aunque desarbolada, no perdona, y la cuarta entrega se inicia con una nueva guerra entre las dos cómicas: pelearán entre ellas como nunca antes lo habían hecho, urdiendo todo tipo de perrerías para perjudicarse mutuamente y sacando la artillería pesada: «¿No estáis tú y María Magdalena ahí, a ver quién es la puta más vieja?», le dice Ava en el primer capítulo. Las puñaladas son más sangrientas porque se han roto el corazón la una a la otra.
La tensión es tal que la cadena les pondrá a una medidora, Stacey (Michaela Watkins). Pero, además, en medio de esa guerra sin cuartel está Jimmy, el representante de ambas cómicas (interpretado por Paul W. Downs, uno de los creadores de la serie), que añade un tercer elemento a su caótica relación profesional con Kayla (Megan Stalter) al contratar a una ayudante para ella, Robby Hoffman. También se incorpora el personaje de Julianne Nicholson, y hay cameos de nivel estratosférico, como los de Jimmy Kimmel y la legendaria Carol Burnett.
Vistos los cinco primeros capítulos emitidos, la temporada cuatro de 'Hacks' sigue creciendo al plantearle nuevos retos a las protagonistas. En esta entrega, el desafío es todavía mayor, porque Deborah ha conseguido lo que había querido toda su vida pero, ahora que lo tiene, ha de mantenerlo. Y no es fácil. No solo es la primera mujer que va a presentar un 'late night', sino que tendrá que conseguir que el programa triunfe en tres meses, tal y como le exige la CEO de la cadena, Winnie Landell (Helen Hunt). Además, habrá de moverse en una industria del entretenimiento cuyos mimbres han cambiado radicalmente en los últimos años, contentar a patrocinadores, productores y jefes de cadena, decidir si está dispuesta a hacer lo que sea por conseguir audiencia y enfrentarse a su primer ataque de pánico en un escenario. Ya lo dijo Santa Teresa: «Se vierten más lágrimas por las plegarias atendidas que por las desatendidas». Es posible que la mística llevara razón en el caso de Deborah Vance, pero no en el nuestro: nuestras plegarias han sido atendidas con la vuelta de 'Hacks' y, de momento, las únicas lágrimas derramadas son de risa. Y de emoción, alguna que otra.
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