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A través de un humor salvaje, descarnado e incorrectísimo, los hermanos Caballero consiguieron actualizar la astracanada. Lo hicieron con enorme éxito en 'Aquí no hay ... quien viva' y 'La que se avecina', pero, quizás para demostrar que también pueden hacer caricaturas menos esperpénticas, dieron un giro hacia un humor distinto: 'El pueblo' era buena muestra de ello, como también lo son 'Muertos, S. L.' y la serie que nos ocupa, 'Machos Alfa', que ha estrenado su tercera temporada en Netflix.
Dotados de un olfato excelente para encontrar los temas que son objeto de debate social y llevarlos a la pantalla, plantearon la serie como las aventuras y desventuras de cuatro amigos que sufren una crisis de masculinidad al darse cuenta de que están perdiendo sus privilegios como hombres. Durante las dos primeras temporadas, hemos visto a Santi, Pedro, Luis y Raúl asistir a un curso de deconstrucción, aprender qué significan conceptos como género, cosificación, corresponsabilidad, micromachismo o sexismo e intentar sortear las dificultades con las que se encontraban a la hora de adaptarse a una sociedad cambiante, ya fuera por lo que sucedía a su alrededor o por la resistencia a abandonar su posición de ventaja.
Es en esta tercera temporada cuando, al fin, parece que los protagonistas han experimentado una pequeña evolución, lo que da pie a que se traten temas nuevos. Así, se utiliza la trama de Santi (Gorka Otxoa) para hablar sobre la machosfera, ya que se introduce en un grupo de 'incels' con el fin de ayudar en su libro a Irene (Paloma Boyd), periodista de la que está enamorado. También se abordan los problemas de la paternidad en el caso de Luis y Esther (Fele Martínez y Raquel Guerrero) o los entresijos de la anarquía romántica, forma en la que comienzan a relacionarse Raúl y Luz (Raúl Tejón y Kira Miró). Además, la metaficción, ya presente en la segunda entrega, reaparece con más fuerza a través de Pedro (Fernando Gil) y el inminente estreno de su serie. Junto a los cuatro protagonistas masculinos están sus parejas o exparejas, mujeres que, si en la segunda temporada ya empezaron a tener más peso, en esta última tienen mayor presencia, puesto que han de resolver sus propios conflictos.
Aunque esta tercera entrega añade alguna capa más y mira a los personajes con mayor empatía, los Caballero no han terminado de afilar el bisturí para llegar hasta el fondo de las cuestiones tratadas. A pesar del trabajo de los actores, los personajes de ambos géneros siguen siendo estereotipos que, aparentemente, se actualizan al darles una vuelta de tuerca, mientras que el feminismo y los debates sobre la masculinidad no van mucho más allá de una excusa sobre la que construir una sucesión de chistes, algunos ingeniosos, otros predecibles. Y lo hacen manteniendo una suerte de equidistancia para que el asunto quede en tablas: por si no lo sabíamos, se deja claro que hay hombres machistas, pero hay mujeres que también lo son.
La comedia, convertida en sátira mordaz, es una de las mejores maneras de ponernos frente al espejo y hacernos reflexionar sobre la censura que merecen determinados comportamientos y actitudes, pero en el caso de 'Machos Alfa' nos encontramos frente a una mera parodia. Sin embargo, y aunque a algunos se nos quede cortos, la parodia funciona a nivel de público: la serie, que renovó por cuarta temporada, ha vuelto a ser una de las más vistas, probablemente porque el humor es la única vía para acercarse a asuntos que, tratados desde otra perspectiva, darían lugar a discusiones encarnizadas, pero también porque hay una gran cantidad de espectadores, los que dicen «yo no soy ni machista ni feminista», que se sienten identificados con lo que ven en pantalla porque consideran que tan malo es un extremo como el otro. Ya lo cantó Ojete Calor en 'Extremismo mal': «Mantén la equidistancia / ¿Para qué profundizar? / Machismo y feminismo son igual».
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