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Hace ya veinte años, Borja Cobeaga y Diego San José se atrevieron a hacer humor sobre la situación del País Vasco en la ETB. El ... programa era 'Vaya semanita', y en él parodiaban desde la 'kale borroka' hasta la Ertzaintza. Después, juntos se rieron de los tópicos en '8 apellidos vascos y '8 apellidos catalanes' y parieron una comedia tan inteligente sobre el terrorismo como 'Fe de etarras'. Estaba claro que podían reírse de cualquier cosa. Hasta de la monarquía.
'Su majestad' (Prime Video) es la última obra de esta pareja con un sello que garantiza la comedia de calidad, esa que radiografía la sociedad y el momento que vivimos, que hace sátira y no parodia y que encuentra el tono justo para contar la historia, adaptándose a la trama en un degradado que va desde lo eminentemente cómico al carácter un tanto más grave de la segunda parte. Por eso, por ese sello propio con el que han firmado sus trabajos juntos, aparecen los nombres de Cobeaga y San José a pantalla completa en los títulos de apertura de la serie, tras los de Anna Castillo y Ernesto Alterio. Dos vascos, una catalana y un argentino en una producción sobre la monarquía española. No deja de tener su gracia.
La princesa Pilar (Anna Castillo) es la heredera al trono de España. Caprichosa y soberbia, lo tiene todo a su disposición. Su personaje es el de uno de esos vástagos desocupados y despreocupados que se pasan las normas por su real forro, que van a las pasarelas de París y Milán, que disfrutan de los veranos en Sotogrande y del 'après ski' en St. Moritz, que se pegan juergas cualquier día de la semana rodeados de aduladores de rancio abolengo y de canallitas 'entrepreneurs' y que, cuando se aburren de no hacer nada después de hacerlo todo, van a un programa de televisión para hacer apnea, el único desafío al que tienen que hacer frente. Los otros, los de estudiar, encontrar trabajo o comprarse una casa, son cosa de pobres.
Cuando un escándalo salpica al padre de Pilar, el rey Alfonso XIV (Pablo Derqui), la princesa se ve obligada a ponerse al frente de la corona, y será Guillermo Salvatierra (Ernesto Alterio), un noble venido a menos, el que tenga el que meterla en vereda. Y ahí, entre tiras y aflojas, surge la relación que va a vertebrar la serie. También comienza el viaje del héroe, el camino por el que Pilar tendrá que dejar de ser una heredera caprichosa para empezar a asumir sus responsabilidades mientras, paralelamente, irá desmontando a su padre al descubrir sus chanchullos. Así, al ver que debajo de la corona hay algo más que una melena cuidada, surge la simpatía del espectador por Pilar, algo a lo que contribuye una luminosa Anna Castillo, capaz de mostrar a una chica arrogante y superficial, sí, pero que, además de tener asumir la condición que le viene dada por su nacimiento, ve cómo su padre no cree que pueda desempeñar su labor. A su lado, su sombra, un extraordinario Ernesto Alterio, brillante en su papel de mentor y cómplice.
Cobeaga, San José y Jose A. Pérez Ledo, también guionista de la serie, le pegan tiros a la corona española y, de paso, a la británica (un fabuloso capítulo cinco donde, de regalo, asistimos un precioso reencuentro), al poder judicial y hasta al machismo: «Pero él es rey, tú vas a ser reina, parece lo mismo pero no tiene nada que ver, te van a estar mirando con lupa, van a estar analizando el mínimo movimiento que hagas», le dice Guillermo a Pilar. Por si fuera poco, recuperan a la gran Ana María Vidal interpretando a la madre de Guillermo, cuentan con Ramón Barea para hacer un impagable jefe de la Casa Real y tiran de un cada vez más imprescindible Jorge Usón, que interpreta a un cura amigo de Guillermo en un divertidísimo episodio rural y real. Como 'bonus track', la aparición de Héctor Alterio.
La gran virtud de 'Su majestad' es llevar los titulares de los periódicos (cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia) al terreno de la comedia, dejando la brocha gorda, la saña y los exabruptos para Twitter y haciéndolo con ingenio, gracia y una buena dosis de crítica. No es poco para los tiempos que corren.
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