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Cinco horas de carretera separan el letrero de Hollywood del Apple Park, el edificio perfectamente circular de Cupertino donde se deciden los pasos a seguir de la compañía más valiosa del mundo. Todo en Apple va siempre aparentemente viento en popa, salvo tal vez la implantación de Apple TV+. Eso sí, ha tenido un par de buenos meses con la segunda temporada de 'Severance', comandada por Ben Stiller, y ha renovado otro éxito, 'Ted Lasso'. Ahora toma el relevo 'The Studio', una comedia que nada tiene que ver con el carisma del entrenador ni con esa ciencia ficción laboral-especulativa que genera mil preguntas en el espectador.
Hay publicados dos episodios de 'The Studio', y el centro de todo es Seth Rogen. Co-creador, co-guionista y protagonista de la serie, este rey de las comedias adolescentes ('Supersalidos', 'Lío embarazoso') nos había engañado con sus canas en la barba y la coronilla que clarea: el trailer transmitía una apariencia de madurez que los primeros episodios se encargan de destruir. Rogen interpreta a un ejecutivo de Continental Studios que acaba de ser ascendido al puesto que ha deseado toda la vida, director del estudio, a cargo de decidir qué películas se financian y cuáles no. El conflicto de nuestro protagonista —más allá de los cien mil problemas que vienen con el cargo— es que cree en el cine. Y está, por tanto, en la peor posición posible para alguien a quien le apasione esto: tiene que traducirlo todo a dinero inmediatamente.
Con lo visto hasta la fecha, y pese a reconocerle un don innato para el humor físico, el personaje de Seth Rogen flaquea un poco, y parece que no llega a encontrarse del todo como actor. Tampoco ninguno de los secundarios es, de momento, suficientemente memorable (ni siquiera, a mi pesar, Bryan Cranston). Un atractivo claro de la serie es que cuenta con todos los cameos que se nos ocurran, desde Scorsese proponiendo un gran proyecto (espero sinceramente que alguien lo aborde antes o después en una superproducción) a Steve Buscemi, Greta Lee o una fugaz Charlize Theron. Lo hacen estupendamente pero los cameos no pueden soportar una serie entera.
En lo técnico, como es signo de los tiempos, hay un millón de planos secuencia muy coreografiados, que como consecuencia negativa dejan mal, en ocasiones, al propio Rogen actor. El segundo episodio, de hecho, gira en torno a las complicaciones de rodar un plano secuencia («Oner»), y sí que acaba siendo un crescendo de absurdo e incomodidad muy notable, rozando en algún momento el estilo de Steve Carrell en 'The Office'. La banda sonora se basa casi todo el rato en unas percusiones de jazz bastante salvajes que funcionan muy bien, quizás hasta estén tocadas en directo para seguir la acción, los parones, los cambios de ritmo y el incremento de la tensión. Muy acertado y va que ni pintado con los planos secuencia.
Nos faltan ocho episodios en este viaje por los entresijos de Hollywood, pero nos da la sensación de que tampoco vamos a aprender nada nunca visto (esto no se parece nada a 'Hollywood Babylon' de Kenneth Anger, ni siquiera a la alucinatoria 'Barton Fink' de los Coen), e incluso puede ser que esta serie que podría ir más allá de un divertimento se quede en la versión más plana de sí misma. Todas las series mejoran según avanzan, así que veremos en qué queda la aventura de 'The Studio', a ver si cree en sí misma y opta por la grandeza.
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