La Edad Media a orillas del río Júcar

El castillo de Chirel es una fortaleza protegida bajo la declaración de Bien de Interés Cultural situada en el municipio valenciano de Cortes de Pallás y construido sobre una pequeña elevación llamada muela del Cinto del Castillo. Su estado de conservación se puede considerar excepcional ya que mantiene en pie importantes elementos arquitectónicos. Estos, junto a la fachada principal, ofrecen una espectacular y cautivadora imagen que ejemplifica el sistema defensivo medieval.

La construcción se encuentra flanqueada por las gargantas del río Júcar, a 654 metros de altitud sobre el nivel del mar y en el margen izquierdo de Cortes de Pallás. En la fortaleza destaca el estilo gótico del siglo XV pero posee también restos íberos y romanos. Durante mucho tiempo fue utilizado como centro de operaciones del ejército real en su lucha contra los moriscos sublevados, pero tras la pacificación del territorio fue perdiendo importancia estratégica y quedó marginado en un territorio muy poco poblado.

El camino de acceso a la fortaleza, que ofrece unas vistas panorámicas espectaculares, nos lleva frente a su monumental fachada principal, defendida por robustos torreones. Junto a la entrada se encuentra un corto pasadizo que comunica con un estrecho corredor entre el muro exterior y el cuerpo principal del castillo. Arquitectónicamente, destaca un bello arco de medio punto coronado por el escudo de la familia del barón de Cortes de Pallás a quien perteneció la fortaleza. A espaldas de la fachada se agrupan varias dependencias en estado ruinoso, pero conservando estructuras y abundantes restos que permiten precisar el perímetro de la fortaleza así como la distribución y el volumen de los sólidos edificios.

La protección del castillo constaba, además de su complicado acceso, en la dificultad de atravesarlo ya que había que cruzar un paso de un metro de profundidad. Todo este sistema defensivo se alza en la pared norte.

La entrada al castillo se realiza a pie, por una senda, ya que la carretera finaliza a los pies de un macizo en el término municipal de Cortes de Pallás. El sendero arranca desde el casco urbano de Cofrentes, junto a la presa de Embarcaderos. En la actualidad, este embalse tiene una gran relevancia turística por ser el punto de arranque de la ruta fluvial del Júcar que transcurre por los congostos del río hasta Cortes de Pallás. Se parte del aparcamiento hacia el camino junto al barranco de la Señora que pronto adquiere una cierta pendiente ascendente. Se pueden observar las tonalidades rojizas del terreno propias de los yesos y arcillas tan abundantes. Adquirida cierta altura, se abandona el camino por un sendero que sale a la derecha, junto al barranco. Este antiguo camino, sin pérdida alguna, conduce hasta la pista asfaltada que comunica el camino del Oroque con la senda de Cortes de Pallás. Continuando por este sendero, que permite ver en algunos puntos, el barranco del Júcar delimitado por la espectacular Muela de Cortés en su margen derecho y el macizo de Chirel por el izquierdo. También se puede contemplar la boquera de Sácaras y todo el valle de esta rambla cultivada con olivos.

Pronto se observa al fondo el castillo en lo alto de una pequeña muela. Siguiendo por el camino asfaltado, se desciende por él hasta una pequeña explanada en la que continúa un sendero recto hacia arriba que nos conducirá hasta el mismo castillo ofreciendo unas vistas cada vez más espectaculares a medida que se adquiere más altura.

Al llegar al castillo se puede continuar recto por delante de él para dirigirse a la parte más oriental de esta pequeña muela y contemplar las vistas que nos ofrece un mirador natural hacia el río Júcar y el remanso del tramo final de la rambla del Real. La visita al castillo puede prolongarse durante bastante tiempo por ser uno de los mejores conservados de toda la comarca y por los rincones que ofrece. Realizada dicha visita, el regreso hasta los coches se realiza por el mismo camino. La visita puede completarse visitando el municipio de Cortes de Pallás. Enmarcado en el valle de Ayora conserva todavía la esencia del pasado morisco que lo formó y esconde un paisaje con mucho encanto.