El champán de Jerez

La producción de vinos vivos, aquellos que atesoran en su proceso el carbónico que al servicio se despierta en burbujitas va in crescendo, y es que su demanda es cada vez mayor. Probablemente, porque tienen su punto divertido y juguetón, sí, y también su parte gourmand, que no es solo un líquido con bolas cosquilleantes. Talayón es el nombre que la jerezana bodega Entrechuelos de Miguel Domeq le ha puesto a un espumoso de método tradicional hecho a base de chardonnay. No es el primer vino espumoso que se hace en Jerez, pero sí es fiel a las hechuras de los champañas franceses, incluso por la elección de su variedad de uva blanca. Las similitudes entre el terruño gaditano donde prospera la viña con el de los franceses, así como sus métodos de crianza permiten que los bodegueros jerezanos jueguen con ventaja a la hora de desarrollar este tipo de proyectos, sin duda.

La historia de los espumosos de Jerez no es nueva, Barbadillo hace años que tiene en el mercado su referencia Beta, también elaborado mediante el método tradicional. Pero esta es mucho más antigua aún, ya que a finales del siglo XIX y primer tercio del XX hubo memorables experiencias de espumosos jerezanos, como el Champán Domeq o los que embotellaba la compañía La Champagne-Jerez. Volviendo al Talayón, saber que su casa materna es Entrechuelos, un proyecto de Miguel Domecq, familia ligada desde 1730 al vino y a Jerez de la Frontera, y que ahora vierte sus proyectos e ilusiones en los vinos de pago del Cortijo de Torrecera. Brut de finas burbujas, dorado con irisaciones verdosas. Aromas cítricos, floral y bollería, este último característico de la crianza sobre lías en botella. En boca vuelven sus aromas, punto salino gaditano, incuestionable, y buena acidez. Espumosos a descubrir, con carácter propio, sin duda.