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Viernes, 7 de julio 2023, 00:27
Puede un arroz contar una historia? ¿Que la forma de cocinarlo, los ingredientes utilizados, tengan personalidad propia? Ese era el reto al que se enfrentaban un grupo de 23 influencers dedicados en sus ratos libres a subir a redes sus creaciones culinarias. Lo que quizás el jurado, presidido por Manuel de Andrés, de La Sucursal, no se esperaba es poder llegar a conocer la historia familiar de una persona a través de un arroz. Nacho Martínez, ganador del concurso de arroces de autor organizado por Tartana, se atrevió el pasado sábado con una paella de tajine moruno de pollo que fascinó al jurado. Primero, por el punto de cocción. Perfecto. Segundo, por el sabor. Equilibrado, sorprendente. Tercero, porque el plato que este fisioterapeuta afincado en Granada cocinó en medio de la Albufera hablaba de unos abuelos alicantinos y de sus recuerdos de niño comiendo paellas en Melilla, ciudad en la que nació; también de una mezcla de culturas que plasmó en una creación muy original, pero también con mucho sentido, donde las especias árabes casaban a la perfección con el pollo marinado mientras los sabores eran absorbidos por la variedad 'Albufera' de Tartana, la mejor hoy en día del mercado, entre otras cosas, por su versatilidad para los arroces y paellas. Y ahí, desafiando los cánones, presentó un arroz que llevaba almendras, aceitunas, ciruelas y huevo duro. «Hemos premiado la originalidad, el atrevimiento», decía Manuel de Andrés. Y Nacho Martínez, que administra una cuenta de Facebook llamada Locos por los arroces y que tiene más de 100.000 seguidores, no podía creerlo mientras recibía el premio. «Esto es increíble», repetía.
Juan Valero sabe también de relatos. Del suyo propio, el que le entronca con el Tancat de l'Estell, rodeado de arrozales que a principios de verano lucen con un Pantone verde vivo y parecen deslizarse a favor del viento. ¿Es agricultor o arquitecto? No hay que elegir, las dos profesiones hablan de su historia familiar, y de ninguna de ellas puede desligarse. El gerente de Tartana tiene claro, además, su propósito, y es dar a conocer la cultura del arroz, la que él conoció de niño a través de sus antepasados maternos. Y lo hace a través de acciones como este concurso, que ya va por su tercera edición. Ha tenido que rechazar algunas solicitudes; no había sitio para más, lo que demuestra que este año el evento se ha consolidado y ya camina solo. Bajo un cañizo, con un paisaje que se pierde a lo lejos, se respiran los nervios de los concursantes, que se lo toman muy en serio; han planteado creaciones de lo más variopintas, desde un arroz de blanco, verde y negro inspirado en los almuerzos, otro de rabo de toro, trompetas de la muerte y parmesano, un arroz seco de pera, panceta y queso azul basado en un risotto de Florencia o de secreto ibérico, setas, higos y foie. Las algas, el vermut, los garbanzos, el guiso de ternera, la sobrasada, el pato estilo Pekín o la pericana aparecen como ingredientes que añadir a un arroz. Juan Carlos Galbis, uno de los cocineros más respetados si hablamos de paellas, lo explicaba: «las abuelas nos han transmitido sus conocimientos, pero estos no están acotados, ni mucho menos». Sólo hay que ver cómo el arroz se va transformando al adentrarse al interior, donde va apareciendo la caza y desapareciendo la verdura, y cómo la globalización permite la aparición de ingredientes llegados de otros lares. «Lo importante es no perder de vista los orígenes», puntualiza, mientras se le ve disfrutar viendo a unos aficionados a la cocina dejarse la piel como no lo hacen los profesionales en cualquier concurso. «Prácticamente todos habéis clavado el punto del arroz y ha ganado la propuesta más arriesgada», valoraba Santos Ruiz, gerente de la DO Arroz de Valencia y miembro del jurado, un año más. En segunda posición, el espectacular arroz de pato y figatells de caza de Laura Mata y Sandra Navarro -chicas, animaos a participar-, mientras que en un meritorio tercer puesto un arroz de secreto ibérico con setas, higos y foie de Gloria León y Sergio Gallén, un apasionado de la cocina y los arroces que sube a su cuenta de Instagram @_comeydisfruta_.
Entre quienes se dedicaban a puntuar las creaciones, los ganadores del pasado año, Raúl Tapia y su mujer, Isa, dispuestos a ponerse al otro lado como una emocionante experiencia. «Ha sido muy complicado», reconocía este joven, que con su cuenta de Instagram @arrocesconestilo está a punto de alcanzar el medio millón de seguidores. Un dato. En un año, ha duplicado el número. Las razones del alto nivel de los participantes es su entrega; la mayoría han ensayado una y otra vez antes de ponerse a cocinar delante de un jurado, apremiados por el tiempo limitado y por los inconvenientes de no estar en su propia cocina: el viento que sopla de lado, el caldo que está frío... Y, pese a todo, se respira un ambiente increíble de compañerismo. «Hemos conseguido desvirtulizarnos», dice José Tapia, que reconoce que en su familia «somos unos disfrutones de la comida». Este aragonés, detrás de la cuenta @fanaticook, ha conseguido liar a su hija Tania en esta locura de convertir la cocina en una afición compartida a través de las redes.
Un año más, Tartana ha celebrado el certamen con el apoyo de varias enseñas, Azafrán Flor de Opaz y Paellas Garcima como colaboradores principales, además de Carnes El Roig, Pimentón de hojilla El Rebost, Aceites Albert y Bodegas Vicente Gandía, para hacer realidad un concurso que no es nada fácil de organizar. Bien lo sabe Juan Valero, que luce una sonrisa orgullosa cuando los premios se entregan, tras las fotos de rigor, mientras la sexta generación dels Gorets, su hija Claudia, y que el año pasado todavía no caminaba, corre por el Tancat de l'Estell como si fuera su casa. Y sí, es su casa, su historia.
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