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LUIS URIOS
Viernes, 11 de octubre 2024, 00:21
Una relación se mantiene en pie por el miedo a asumir una tragedia pasada. Ambas partes tiran hacia adelante, con el anhelo casi inconsciente de romper con todo, pero con la determinación infranqueable de proteger lo establecido, por amargo y contradictorio que parezca. Este es el leit motiv de 'Un delicado equilibrio', la obra de Edward Albee (y dirigida por Nelson Valente) que estará sobre las tablas del Olympia de hoy al 13 de octubre.
El elenco lo componen Alicia Borrachero, Ben Temple, Manuela Velasco, Cristina de Inza, Joan Bentallé y Virginia de la Cruz. Alicia Borrachero habla de su personaje, de cómo la obra cuestiona conceptos como la familia o las relaciones de pareja y de su propia trayectoria.
-¿Cómo es interpretar una obra tan premiada, que llegó a ser galardonada del Pulitzer? ¿Es una responsabilidad?
-Es un texto imponente, pero a nosotros nos movía el placer de darlo a conocer, porque no es demasiado conocido a pesar de ser el que otorgó el Pulitzer a Edward Albee. Ha pasado algo muy bonito, y es que el público agradece mucho ver esta obra, sobre todo el público joven, que se interesa mucho en los diálogos. Achaco esto a que es un texto que habla con mucha inteligencia, viene de otra época, pero está totalmente vigente, y además exige mucha rapidez mental por parte del público.
-La cuestión de fondo en 'Un delicado equilibrio' es la pérdida de la seguridad por causa de las dinámicas del mundo moderno, que nos hace mucho más vulnerables...
-Los protagonistas se hacen muchísimas preguntas constantemente. ¿Para qué estructuramos nuestras vidas de esta manera? ¿Qué nos asusta tanto? ¿De qué nos estamos defendiendo? La pareja protagonista sigue conviviendo porque la alternativa es aterradora para ambos. Vivieron una tragedia enorme en el pasado y experimentaron el duelo de la pérdida, por lo que se encuentran viviendo en un delicado equilibrio que se puede romper en cualquier momento. Ocurre algo muy curioso. Cuando alguien provoca ese derrumbe, los protagonistas se resisten mucho a que les cambien las estructuras. Siguen ahí, pese a que sus vidas tienen un lado oscuro y de dolor enorme. Y es por el miedo. Albee, en este punto, se pregunta: ¿De qué nos estamos protegiendo al estar ahí, en una familia que probablemente no nos hace felices? Porque para los protagonistas, mantener esa estructura implica asumir el dolor, la pérdida... Es un cuestionamiento constante.
-Además de la familia como concepto, la obra también desmonta las relaciones de pareja.
-Las relaciones de pareja están rotas desde hace años en la obra. Lo fascinante es que siguen ahí, como si llevaran treinta años repitiendo la misma escena, que perpetúa la insatisfacción por no haber vivido la pérdida en el momento en que tuvieron que vivirla. Y la gracia es la ironía y que todo está disfrazado de una buena educación. Los personajes hablan mucho, divagan y beben mientras piensan en voz alta. Así es la esfera en la que viven.
-En la obra hay un anhelo de que todo cambie, pero en el fondo se sabe que las cosas no van a cambiar. ¿Cree que este sentimiento está instalado en la sociedad?
-En algunas personas sí y en otras no, pero es cierto que es una realidad que se identifica mucho. Agnes, el personaje al que yo interpreto, lo sufre. Agnes utiliza la ironía para amenazar a su familia diciendo que se va a volver loca. Hay un anhelo de que esto cambie, pero entre todos se ocupan de que en el fondo no cambie nada. Así es la contradicción en la que viven.
-También se cuestionan los vínculos de sangre. El mundo de hoy ha cambiado mucho con respecto a los años 60. Esa idea de protección hacia los de mi misma sangre se ha debilitado mucho, ¿no cree?
-Es un hecho muy importante en la obra. El personaje de Ben, mi marido, le dice a mi personaje en un momento dado: «Si todo esto es así, ¿qué pasa con nosotros? ¿Lo nuestro está vacío?». Y yo le digo: «Quizás sí, pero nos une la sangre». Creo que mucha gente se sentirá identificada con esto, y me parece algo terrible, una barbaridad que se vive con naturalidad.
-¿Cuál es para usted la manera de preservar el equilibrio?
-La clave está en tener confianza en que si pierdo ese equilibrio no va a pasar nada. Hay que tener un poco de confianza en la vida. No todo depende de uno mismo, y eso no es malo. Frente a lo que no se puede controlar, hay que bajar la cabeza con humildad.
-Ha hecho de todo tanto en cine como en teatro. ¿Cómo valora su trayectoria echando la vista atrás?
-Me gusta echar la vista atrás, pero para coger impulso, porque espero que quede mucho. Soy afortunada porque he conseguido dedicarme a lo que me apasiona. Con los años, una va adquiriendo experiencia y se quedan por el camino algunas cualidades, pero se ganan otras. En este momento me siento a mis anchas en el escenario.
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