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NURIA VALLADOLID
Viernes, 16 de agosto 2019, 13:46
Irse a dormir no tiene por qué ser una experiencia aburrida, ni tan siquiera común. Este verano, tenemos la oportunidad de pasar las noches como pez en el agua, de la forma más literal posible. En agosto, al caer el sol, entramos en el Oceanogràfic de Valencia, preparamos el saco de dormir y cerramos los ojos bajo los dientes afilados de los tiburones.
La experiencia 'Dormir con tiburones' se ofrece durante todo el año, pero cambia durante este mes, convirtiéndose en un plan perfecto para niños y no tan niños. José Rafael Serra, del departamento de comunicación del Oceanogràfic, explica que lo que se ofrece es «una noche de aventuras», y que el público acostumbra a ser diverso. Acuden familias con niños, grupos escolares e incluso parejas. La actividad puede ser divertida, académica, romántica... «Lo divertido es que está todo cerrado para ti», explica José.
Alicia Hernández, del equipo de educación del acuario, destaca la concienciación medioambiental que se intenta transmitir a los niños durante la aventura. A partir de las 20:00 tiene lugar una yincana en la que se recorren las instalaciones buscando diferentes pistas. Disfrutan especialmente los más pequeños, y, al final, forman una frase, como 'Miles de kilos de basura se tiran al mar cada año. ¿Y si fuese tu casa?', que les enseña algo.
Este agosto la yincana deja paso, durante un tiempo, a una experiencia distinta: las noches del Oceanogràfic. Nos montamos en el submarino amarillo de The Beatles, acompañados de Nerea, una niña enamorada del mar que nos irá descubriendo el océano al son de las canciones de la banda británica. La meta es 'desaprender' todo lo que creemos saber sobre los tiburones y otras criaturas marinas, para sustituirlo por confianza y amor hacia los animales. Mientras, las canciones de The Beatles son interpretadas por bailarines de claqué, danza moderna y hip hop, así como por nadadoras de natación sincronizada. Como despedida, suena 'Imagine' y bailan los delfines.
Juan Pablo y María, que disfrutaron esta misma semana de la experiencia, junto con su hija y su sobrina, afirman que es un buen plan para llevar a los más pequeños, dado que no todos los días pueden ver de cerca un delfín o un tiburón, y les hace ser más conscientes del cuidado de los animales marinos, además de permitirles verlos como amigos.
Después del espectáculo, cenamos en un restaurante en el que las peceras sustituyen a las paredes. Después, nos trasladamos al acuario de los tiburones, donde nos esperan nuestros sacos. Hay quien afirma no poder dormir esa noche, debido a lo magníficos que resultan los animales. Al día siguiente, nos levantamos a las 8:00 para visitar el Oceanogràfic. Este verano, la experiencia comienza de noche, cuando cierra el Oceanogràfic.
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