CLARA ALFONSO
Valencia
Viernes, 10 de julio 2020, 00:10
La relevancia mundial que se le ha atribuido a los afamados gigantes contra los que luchaba Don Quijote, ha provocado que, a lo largo del tiempo, miles de turistas recorran el país en busca de los molinos más emblemáticos.
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Si bien los más conocidos generalmente están en Castilla la Mancha, lo cierto es que en Valencia se encuentran algunos de los ejemplares que ya forman parte de nuestro patrimonio cultural y que, además de esconder una historia, ofrecen las mejores vistas a los pueblos y parajes naturales de la Comunitat.
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Los Molinos de Alcublas, deben su nombre a la población en la que se encuentran ubicados en la comarca de Los Serranos. Caracterizado por su economía agrícola y una baja densidad de población, destaca por ser escenario de unos de los molinos de viento más especiales de la provincia de Valencia.
Situados en el conocido Cerro de los Molinos, fueron diseñados para convertir la energía del viento en energía útil para la actividad humana. Así, fueron destinados a la molienda de harina desde el siglo XVII hasta finales del siglo XX y reconocidos por Caro Baroja como 'molinos mediterráneos' por poseer una techumbre giratoria.
En cuanto a su estructura, es aislada y cilíndrica con tendencia troncocónica, que se alza sobre roca natural, regalando unas increíbles vistas de su población a lo alto del cerro, que este verano llegará hasta los 12 metros de altura. Están constituidos por piedra caliza, trabada con mortero de cal, configurando un voluminoso muro.
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Actualmente, se encuentran en proceso de restauración para recuperar su método artesanal, de modo que se ha iniciado el proceso de instalación de un engranaje para la molienda en uno de ellos, mientras que el otro se convertirá en un aula formativa para difundir la tradición agrícola sobre la que se sustenta el municipio y la historia de los molinos.
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Pequeñas cascadas de agua cristalina, riachuelos que corren entre un paraje de ensueño con verdosa y frondosa vegetación y altos árboles que sombrean un apacible y liso sendero, conforman el retrato de uno de los enclaves más especiales que se pueden visitar en Alborache, un pequeño municipio situado en el interior de la provincia de Valencia, en la comarca de la Hoya de Buñol.
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Una parte fundamental de la historia del municipio, que cuenta con una larga trayectoria a sus espaldas en el aprovechamiento de la fuerza motriz del agua, es la antigua presencia de un total de 11 molinos: 7 en la cuenca del río Buñol, 3 con aguas canalizadas del río Juanes y uno en el barranco de San Jaime. A día de hoy, tan solo cuatro de ellos se conservan, mientras que el resto se han rehabilitado para el turismo rural, residencias privadas o se encuentran en ruinas: El Molino Galán y El Molino Zanones, convertidos hoy en casa rural; El Molino Guarro y El Molino de la Luz.
En la actualidad, se pueden visitar siguiendo la espectacular Ruta de los Molinos de Alborache, un recorrido de aproximadamente 1.700 metros de longitud, un sendero temático que recorre las antiguas edificaciones que se servían de la fuerza del agua para moler harina, fabricar papel e incluso elaborar chocolate. Un camino que puedes recorrer a pie o en bicicleta, mientras disfrutas de un paisaje de cuento a tu alrededor.
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Conocidos popularmente como el conjunto de molinos de les Planes, se encuentran ubicados en el Parque Natural del Montgó, al norte de la provincia de Alicante. Reconocidos como Bien de Relevancia Local, se identifican como el conjunto de molinos de viento de mayor relevancia histórica de la Comunitat.
Construidos para soportar el soplo del llebeig, suman un total de once torres que se empezaron a construir en el siglo XIV hasta llegar al siglo XVIII, cuando se añadieron las diez restantes. Fue llegado el siglo XIX cuando dejaron de prestar su actividad, en 1911, llegando a perder muchos de sus elementos originales.
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Estos molinos de construcción cilíndrica, presumen de más de 7 metros de altura y 6 de diámetro, alzados sobre piedra natural y realizados con piedra caliza, mortero de cal y sillares de tosca de la costa de Jávea, formados con la técnica de mampostería de piedra caliza careada y organizados en hiladas horizontales.
Estos molinos de viento se dividen en dos espacios interiores claramente diferenciados: el piso superior, donde se ubicaba la maquinaria que hacía mover las muelas y la planta baja, donde se almacenaba el grano y la harina. También había una cambra que se usaba como dormitorio y depósito de los útiles de molino.
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Para llegar a ellos de manera fácil y apta para todas las edades, se puede seguir la ruta verde , un recorrido de 4.5 kilómetros que se pueden recorrer en bici en aproximadamente 1 hora y media.
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El municipio de Gátova, se encuentra en el corazón del Parque Natural de la Sierra Calderona, en la provincia de Valencia. Limita con los municipios valencianos de Marines, Olocau y Serra, y con los municipios castellonenses de Segorbe y Altura.
En este pequeño pueblo, se encuentran dos de los molinos de viento más bonitos y bien conservados de toda la Comunitat: El Molino de la Ceja (700 metros de altitud)y el Molino de Pico Iranzo o 'Cachumbito'(800 metros de altitud).
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Aunque se desconoce la fecha de su construcción, sí que consta que dejaron de utilizarse a finales del siglo XIX. Ambos son estructuras aisladas, de forma cilíndrica y de tendencia troncocónica, más ancha que alta, con gruesos muros construidos a base de bloques de piedra calcárea trabada con mortero de yeso y tierra arcillosa, asentadas sobre la roca del monte.
A día de hoy, los dos monumentos están totalmente restaurados, manteniendo su estilo primitivo y se utilizan como miradores, ya que ofrecen unas vistas espectaculares de la Sierra Calderona.
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Aproximadamente a un kilómetro del casco urbano de la localidad valenciana de Puzol, se puede encontrar el Molí de Vent, en lo alto de una loma, con una vista privilegiada sobre el pueblo y el mar. Se trata de uno de los pocos molinos de estructura árabe que se conservan en la Comunitat, con estas características.
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Su actividad cesó en el siglo XIX y, aunque en la actualidad no tiene un uso específico, se trata de uno de los enclaves más elegidos por los amantes de la naturaleza y la cultura, ya que posee un inmenso interés ambiental y popular debido a la conservación de su estructura original.
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