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Alberto Conejero trae a la Rambleta el 13 de diciembre la obra 'En mitad de tanto fuego', donde recupera a Patroclo de mano de Rubén de Eguía. La figura de Patroclo, según dice, es totalmente actual pese a acumular casi tres mil años de edad. Hablamos con él de La Ilíada, de este personaje tan censurado a lo largo de los siglos y de los clásicos de la literatura.
-¿Qué tiene Patroclo para que haya querido traerlo al mundo moderno?
-Lo primero, su misterio, porque siendo importantísimo en La Ilíada, apenas ha tenido presencia en el teatro o los relatos de la historia. Es un personaje contradictorio, porque es un hombre de paz hasta que se convierte en un héroe sanguinario de guerra. Esa contradicción me apasionaba. Y su figura es muy atractiva también porque era el compañero de cama de Aquiles.
-En ocasiones, los clásicos ya no conectan con los jóvenes porque hablan de conceptos en los que se ha profundizado tanto que quizás un chaval prefiere leer a cualquier contemporáneo antes que a Homero.
-Considero que los clásicos son clásicos porque son absolutamente contemporáneos. La historia de Patroclo me habla muy de cerca. Los jóvenes son expertos en habitar mundos de fantasía, desde el manga al cómic. Creo que lo que falta es la puerta de entrada a los clásicos, que las humanidades tengan más importancia en la educación pública, que los profesores tengan recursos para acercar los clásicos a los chavales. A mí me ocurrió que un profesor me acercó al mundo griego, y me quedé totalmente fascinado. Y hay mil modos de acercarse a los clásicos: gracias a películas como 'Troya' (por muchas licencias que se tomara), toda una generación se acercó a La Ilíada. Y hay que acercarse sin ese falso respeto que hay hacia los clásicos, que están ahí para que cada generación los viva y comprenda a su manera. No son historias llenas de polvo, sino que están llenas de vida, de sexo, de intriga...
-En su obra, si no me equivoco, combina voces del pasado y del presente.
-Es un texto de textos. Está formado como el rapsoda que cosía relatos. La gente que ama la literatura va a reconocer la voz de Homero, de Anne Carson, de Cernuda, del performer chileno Pedro Lemebel... El texto tiene incluso referencias cinematográficas y musicales.
-¿Qué dice ese pasado de nuestro presente?
-Hay una línea del texto que dice que no habrá segunda Troya porque la primera sigue ardiendo. En las voces del pasado reconocemos las luces de la miseria. Cómo cada generación intenta dar un futuro mejor a los que vienen y cómo siempre caemos en los mismos errores, en el anzuelo de palabras como gloria, fama, ambición... Y, por otro lado, aunque el arte y la cultura no pueden detener ninguna guerra, al menos siempre aparecen al rescate del humanismo, del consuelo y de una humanidad herida en mitad de la guerra. Nos lo viene contando Patroclo a lo largo de los siglos.
-Patroclo es un personaje interesante, entre otras cosas, por su homosexualidad, que siempre ha sido objeto de disputa. Hay quien dice que Homero lo insinuaba y hay quien dice que no tenemos pruebas. Por no hablar de la película 'Troya', una oda a la hombría heteronormativa.
-Patroclo ha sido censurado durante mucho tiempo. Si lees 'El banquete' de Platón o ves la iconografía de la Grecia clásica, no había duda del vínculo erótico que tenía con Aquiles. Eso sí, decir que eran novios es un anacronismo, pero indudablemente tenían un vínculo erótico. Ha sido censurado por sistemas de pensamiento que condenaban la homosexualidad y la llevaban al ostracismo. A mí me interesa el Patroclo que viene a reventar los eufemismos y reivindica su relación de deseo interrumpida por la guerra. Muchos hombres y mujeres de la historia se han reconocido en él. Y la forma en que Rubén de Eguía lo interpreta es magistral. Fíjate que llega un punto en que soy incapaz de disociar a Patroclo de Rubén. Ha hecho un esfuerzo actoral de primer orden, se deja el alma en cada función y ha sido finalista en los Premios Max por su papel. Muy pocas veces he visto un trabajo como el de Rubén.
-Conceptos muy presentes en la obra de Homero como la gloria o el honor, hoy en día han perdido toda su importancia.
-Patroclo deposita una necesidad de trascendencia en el amor. Para él, el amor es convertir en eterno lo efímero y ser recordado por ello. Lo contrapone a la gloria y el orgullo. Creo que, como sociedad, seguimos un poco presos de la fama en el peor sentido. Todos actuamos para adecuar nuestra imagen a lo que se espera de nosotros. Tenemos la necesidad de estar presentes en las redes, donde la vida es un escaparate, donde buscamos la gloria del like. Buscamos también tener un cuerpo que responda a lo que los demás piden. Lo que hace Patroclo ante esto es proponer que cada vida importa. Quizás la gloria tenga que ver con cómo nos recuerden los demás cuando no estemos. Patroclo dice: Haz que tu muerte sea considerada injusta, que digan lo injusta que es tu pérdida para el mundo.
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