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CLARA ALFONSO
Valencia
Martes, 11 de agosto 2020, 23:36
Sobre el antiguo cauce del río Turia se alzan un total de 18 puentes que se construyeron con el fin de conectar las dos partes de la ciudad. Un recorrido que va desde el Parque de Cabecera hasta el puerto.
Estos afamados pontones esconden su propia historia, donde se llega a mezclar la tradición con la modernidad. En este sentido, el Puente del Mar es un claro ejemplo de ello.
Conecta la Alameda con la Plaza de América, antiguo Llano del Remedio. Cuenta con diez arcos ojivales rebajados de 13 metros de luz cada uno.
Con una longitud de 162 metros, cuenta con dos casalicios: la Virgen de los Desamparados-obra de Francisco Vergara que reconstruyó posteriormente Ignacio Miner- y San Pascual Bailón.
Se trata de un puente con antepasados «maderísticos». Las primeras referencias del puente primitivo de madera datan de 1425 y, desde entonces, sufrió múltiples reparaciones a causa de las riadas que arrasaban el cauce en época de lluvias.
Tal y como indica Margarita Fernández Gómez en 'Ingeniería en la historia siglos X al XX', allá por 1576, la 'Fabrica' construyó un nuevo puente que 'fue arrasado por la avenida de 1589, por lo que tras intervenciones puntuales, se decidió construir uno nuevo, sólido, de piedra, para facilitar la llegada a la ciudad de las mercancías del puerto'.
Tras la riada de 1589, se decidió reconstruir el puente en piedra de sillar dos años después. Fue obra de Francisco Figuerola.
En enero de 1935 se convirtió en puente peatonal tras realizar Javier Goerlich Lleó las dos grandes escalinatas en 1933, compuestas por 17 escalones cada una; y los dos pináculos con bancadas que adornan ambos lados del puente.
Tras arduas conversaciones sobre cuál sería la mejor ubicación para el puente que hoy en día conocemos, ' se decidió en 1951 levantarlo junto a los cimentos del anterior, cerca del «Convent del Remei», no sin antes haber hecho la perceptiva consulta al rey, que buscó asesoramiento en Juan de Herrera cuya dictamen fue que la ubicación era adecuada y la más beneficiosa para la ciudad de Valencia', señala Fernández. Así, 'las trazas enviadas a Felipe II fueron de Francisco Figuerola, pedrapiquer de Játiva, y la obra que oficialmente empezó en 1592 quedó terminada en 1596'.
Sobre su denominación, cabe destacar que se le llamó Puente del Mar por ser el camino natural hacia el Grao o Puerto de Valencia, de donde procedían la mayoría de mercancías que llegaban a la ciudad.
Además, se considera que es el segundo gran puente peatonal de la ciudad después del Puente de Serranos, peatonalizado en 2012.
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