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Un restaurante testigo de un crimen en Ruzafa

El secreto mejor guardado de Valencia ·

Juan Carlos Garés recuerda la tragedia del Cine Oriente de la que queda un recuerdo en un local de Ruzafa

m. labastida

Viernes, 3 de agosto 2018

Algunos puntos de distintas ciudades ganan atractivo cuando conocemos su pasado: quién vivió allí, cómo surgió, qué hecho acontecido resultó determinante... El pasado, más que un lastre, otorga sabor y perspectiva. Por ello conviene saber la historia de esos locales con solera que se cruzan en nuestras visitas vacacionales. Lo que ocurrió marca y determina el devenir de muchos emplazamientos. Algunos de estos se cuelan en la lista de espacios representativos que hemos pedido a varios profesionales, habitantes todos ellos de Valencia. La petición es que compartan un espacio menos popular de Valencia pero que ellos estiman como si fuese un representativo monolito o un reclamo indiscutible.

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«En mi barrio, en Russafa, quedan aún muchos rincones sorprendentes, vestigios que recuerdan nuestra Valencia de otros tiempos; un pequeño claustro de una iglesia parroquial, las marcas de unas estanterías de una antigua pasamanería en una popular bocatería o incluso algún comercio que guarda detalles de hace más de un siglo, panaderías, tiendas de frutos secos… Pruebas tangibles de tiempos pasados que evocan la sociedad de nuestros antepasados. Pero siempre me han seducido mucho más los hechos, las historias reales o incluso las leyendas. Esos pequeños o grandes acontecimientos que nos recuerdan a antiguos moradores y a sus costumbres«, relata Garés.

«Muy cerca de donde trabajo y vivo, ocurrió un suceso que ha trascendido en el tiempo y que no ha quedado en el olvido, aunque los vecinos que lo vivieron en primera persona hayan ido ya desapareciendo. De hecho mis padres lo comentaron en alguna ocasión, ya que ellos ya vivían en Ruzafa cuando ocurrió. Se trata del famoso crimen del Cine Oriente. En el verano de 1950, María López Ducos asesinó por accidente a su pareja Salvador Rovira y seguramente por miedo a la justicia y por tanto a la cárcel, posteriormente lo descuartizó y se deshizo del cuerpo troceado. Tras una investigación policial que culminó con el descubrimiento de la cabeza en una caja de galletas detrás de la pantalla del cinematógrafo, María fue hallada culpable y condenada a 6 años y un día por homicidio, más cinco meses de prisión por inhumación ilegal«, explica.

«En recuerdo a aquel macabro hecho que consternó a toda la ciudad ocasionando una tremenda repercusión, queda un pequeño recorte enmarcado en el restaurante Casa Amadeo, de la confluencia de las calles Buenos Aires y Sueca, donde un día estuvo el Cine Oriente«, especifica.

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