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Viernes, 26 de noviembre 2021, 00:20
GPS. Cuando pensamos en ibérico nos imaginamos esas finas lascas cortadas a cuchillo en las que la grasa infiltrada, como si de una delicada pieza de mármol se tratara, serpentea con fuerza y finura sobre el rojo haciéndonos salivar de puro placer. En Señorío de Montanera, marca líder en ibérico puro de la D.O.P. Dehesa de Extremadura desde 1995, saben sin duda elaborar los mejores jamones y paletas 100 % ibéricos de bellota, esos de aroma cálido y profundo, con matices a frutos secos, y sabor intenso y redondo que inunda el paladar. No en vano, son ganaderos por tradición y gestionan más de 60.000 hectáreas de dehesa en Extremadura -la zona de la Península Ibérica con mayor extensión de encinar-, un enclave privilegiado donde se crían en libertad sus cerdos 100 % ibéricos de raza pura, disfrutando de más de tres hectáreas de terreno por animal y alimentándose exclusivamente de bellotas durante la montanera. Y es esta materia prima de excepción, unida a una elaboración tradicional y absolutamente artesanal, una maduración lenta de más de cuatro años en bodegas y secaderos naturales y un control férreo de la trazabilidad del producto, una garantía absoluta de excelencia en cuestión de ibéricos.
Pero a esta firma decana le mueve mucho más que la innegable calidad de sus jamones y paletas: la defensa del ecosistema al que debe su razón de ser y la apuesta por innovar y sorprender al consumidor han llevado a Señorío de Montanera a elaborar algunos de los productos más novedosos del mercado del ibérico en la actualidad. Uno de ellos es su lomo doblado, ahora también en versión ecológica. Se trata de un producto exclusivo de esta marca y completamente natural -procede de dehesas certificadas como explotaciones ecológicas, no lleva conservantes ni aditivos artificiales y está exento de gluten y lactosa- que resulta de un laborioso proceso artesanal recuperado por Señorío de Montanera de entre las recetas tradicionales de la gastronomía extremeña. Se elabora partiendo de la pieza entera de lomo que, al embucharla, se dobla por la mitad, con lo que adquiere su característica forma. Su tiempo de curación es superior al de otros lomos y, más de seis meses, las manos expertas de un maestro chacinero supervisan frecuentemente el estado de las piezas y aprietan los lazos de las cuerdas que las rodean de manera manual. El resultado es un producto de excepcional jugosidad, gran intensidad de aromas debido a su curación longeva y sabor potente y puro a bellota, acentuado por no llevar pimentón.
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