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CHEMA FERRER
Viernes, 23 de julio 2021, 00:00
Es evidente que no son buenos tiempos para las empresas y comercios de solera de la ciudad de Valencia. Es un mal generalizado, y en el caso de las Charcuterías Tomás Viciano, que cierra a finales de julio, se trata de un cierre por jubilación. Tuvimos la ocasión de pasar a visitarlo y poder disfrutar del conocimiento que este establecimiento posee sobre los más variados productos selectos que hay en el mercado. Tomás afirma rotundo no más iniciar la conversación: «Sí, no ha habido nadie que haya querido comprometerse a tomar el relevo de lo que continúa siendo un negocio boyante. Los clientes siempre andan satisfechos con nuestras propuestas, son exigentes, pero ahí estamos nosotros para darles lo mejor y atenderlos como se merecen. Es una lástima que esto se vaya a perder por falta de continuidad».
Viciano se encuentra en el número 13 de la calle Convento Jerusalén, y es heredero de la tradición familiar charcutera y de ultramarinos. De hecho, fue su padre, Nicolás Viciano, el que en 1939 abrió las puertas del primer ultramarinos con este apellido. Una trayectoria ascendente que fue reconocida con una medalla de oro en lo que en aquel tiempo era la revista de mayor prestigio de la gastronomía, El Comestible. Tomás se inició tras el mostrador con solo 14 años de edad y, con el tiempo, tras contraer matrimonio con Esmeralda Elena García, decidieron dar un impulso y abrir las puertas de una nueva chacinería de alta calidad en la misma ubicación que hoy ocupan.
Tomás continúa con cierta emoción: «Era el año 1982 y el comercio ofrecía una selección de los mejores jamones de España (Guijuelo, Jabugo, Trevélez...), quesos venidos de todos los rincones del mundo, fiambres selectos y una bodega con innumerables referencias nacionales, incluyendo buenos cavas y champañas». Y así fue, el prestigio de Viciano no hacía más que consolidarse año tras año, convirtiéndose en un referente en la ciudad de Valencia. Al poco tiempo, le llegaron diversos reconocimientos, como el Primer Premio Imagen Comercial de la ciudad, otorgado por el Ayuntamiento de Valencia, el Premio al Comercio de la Cámara de Comercio o el de Comercio Excelente de la Fundación Valenciana de la Calidad. El negocio mantiene su pulso, y Tomás destaca la labor de sus dependientes, bien formados en la profesión y todavía jóvenes. Tomás continúa: «Quisiera poder despedirme de todos los clientes de la casa, expresar mi agradecimiento, así como a los proveedores, que siempre nos trataron con mimo sabiendo la labor entregada que teníamos para nuestro público».
No cabe duda que Valencia pierde un referente de lo más granado de su comercio. Y ya saben, difícilmente sustituible.
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