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Escapada desde Valencia: tres días en Budapest

Escapada desde Valencia: tres días en Budapest

Mikel Labastida

Valencia

Viernes, 10 de noviembre 2017

La capital de Hungría vive una constante renovación desde que en 1989 con la caída de la Unión Soviética, abandonase el comunismo y se proclamase la República Húngara. Algo caótica, desconocida (sobre todo si se compara con sus vecinas Praga y Viena) y plagada de contrastes, Budapest se reivindica como ciudad ideal para realizar una escapada de tres días desde Valencia, donde se ha inaugurado una ruta directa que opera los lunes y los viernes.

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Obuda fue la villa original. Los romanos la llamaron Aquincum, fundada en el año 89 sobre un antiguo asentamiento celta. Hoy es Budapest, la capital con la calle más bella del mundo: el Danubio, el segundo río más largo de Europa -el Volga lidera la clasificación- que deslumbra la ciudad. Y también la divide. A un lado Buda, en la orilla oeste, la zona más montañosa. Al otro, Pest, mucho más plana, al este. Casi dos millones de habitantes se reparten entre ambos lados, que poco tienen que ver entre sí aparentemente. Paraíso del vino, territorio de baños termales, centro neurálgico de la industria del porno. Budapest es eso y mucho más.

Día 1: Un paseo por Pest

AGENCIAS
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Los vuelos desde Valencia parten a las 7 de la mañana por lo que se llega temprano y es posible aprovechar el día completo. El recorrido puede comenzar en Pest (horno en eslavo), la parte más oriental, y cuyo principal foco de interés está en Bélvaros, en el que a pesar de la modernización llevada a cabo todavía se aprecian ´heridas' del pasado. El punto de partida bien podría ser el imponente Parlamento (1), símbolo de la independencia nacional, construido a finales del siglo XIX. Destaca dentro la Escalera de Honor, el salón del Cúpula y el tesoro real. Muy cerca de él merece la pena acercarse a contemplar el Monumento a los Zapatos (2), sesenta pares realizados a orillas del Danubio, en 2005, por Gyula Pauer y Can Togay, y que son un homenaje a los judíos asesinados arrojados al agua por los nazis la Cruz Flechada. El Puente de las Cadenas (3), de 380 metros de longitud, fue el primero que unió ambas orillas del Danubio. Desde los leones que flanquean el extremo las vistas son impresionantes. Imposible no toparse con el Palacio Gresham, que llama la atención por sus azulejos dorados.

Una parada para retomar fuerzas: en la Primera Casa del Hojaldre (4), muy cerca de la Basílica de San Esteban (6), la iglesia más grande de la localidad y que tuvo una más que accidentada construcción. Desde su mirador se puede contemplar toda la ciudad, por cierto. Un paseo en el que hay que atravesar la plaza Szabadságtér (5) nos conducirá a otra de las paradas casi obligatorias por la zona, la Ópera Nacional (7), ubicada en un edificio neorrenacentista italiano inspirado en la Ópera de Viena. Quien quiera asistir a una representación deberá adquirir sus localidades con semanas de antelación. Quien ya tenga entrada puede esperar al inicio del espectáculo tomando algo justo enfrente, en el Café del Viejo Mundo. Puestos a recomendar algo para tomar, el pastel de nueces es un valor seguro. El día acaba y la famosa Avenida Andrassy (8), que cuenta con numerosos restaurantes, espera para perderse después hasta llegar a la Plaza de los Héroes (9).

Día 2: Descubrir Buda

LP

La visita a Buda se centará principalmente en el Monte Gellért (15) coronado por un monumento que exige una empinada caminata para aquel que quiera contemplarlo. Pero antes de explorarlo merece la pena descubrir El Hospital de la Roca (10), enclavado con sus 2.300 metros cuadrados, debajo del barrio del Castillo de Buda y que fue utilizado en la Segunda Guerra Mundial y en la época de la Revolución Húngara de 1956. Hoy en día se usa como museo memorial. Nunca está de más conocer el pasado para apreciar el presente. La Plaza Szentháromság, (11) el foco principal del barrio del Castillo (14), alberga casas pintorescas, establecimientos peculiares y calles empedradas. Destaca en ella la columna de la Santísima Trinidad (12). En un lado se halla el antiguo ayuntamiento de Buda, de estilo barroco, y en otro la iglesia de Matías. El Bastión de los Pescadores (13) ocupa el lugar de las antiguas murallas de Buda.

De vuelta a Pest conviene acercarse el Mercado Central (16), que atrae a cientos de turistas por la mañana y la tarde. Allí, por supuesto, se pueden adquirir todo tipo de productos gastronómicos típicos del país. Fue ideado en su día para la exposición milenaria y ha vivido después varias reconstrucciones. Muy cerca se ubica un barrio estudiantil con buen ambiente de fiesta y restaurantes a buen precio.

Día 3: Los otros encantos de la ciudad

AGENCIAS
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El ‘jewish quarter’ de Budpaest fue el barrio en el que el régimen nazi obligó a vivir a los judios durante la Segunda Guerra Mundial. Allí se emplaza una de las joyas arquitectónicas de esta urbe, la Sinagoga Dohány (17), la segunda más grande del mundo (la primera está en New York) pero la primera de Europa. En su interior se encuentra el Museo Judío y a su lado el Cementerio de los Héroes (18), en el que fueron enterrados quienes murieron durante la ocupación nazi. En la zona se pueden localizar otros vestigios de la época.

La estancia en Budapest incluye además hallazgos inesperados, como las Galerías París (19), que fueron el centro de la moda de Budapest en el siglo XX y hoy están abandonadas, o el Szimpla Kert (20), el primer 'ruin bar' que se abrió en la ciudad, tras llegar a un acuerdo para ocupar antiguos edificios y apartamentos abandonados que se iban a demoler. Otra opción más celebre son los Baños Termales Széchenyi, el espacio, de estas características y con propiedades medicinales, con mayor extensión de Europa. Y si todavía queda tiempo uno nunca ha de renunciar a dar un paseo por el Danubio o a pasar un rato de descansa en la Isla Margarita (21), que esconde varios jardines y las ruinas del Convento de Santa Margarita.

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