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Guía repsol
Miércoles, 18 de febrero 2015, 11:33
En Cataluña, cuando llega el invierno, es el momento de los calçots, sobre todo en la región cercana al municipio tarraconense de Valls. Son cebollas tiernas, entre puerro y cebolleta, y reciben su nombre del verbo calçar (en catalán cubrir con tierra) porque es lo que se hace durante su cultivo. Más que una tradición, comer calçots es un ritual en el que no no pueden faltar, el fuego, los baberos y la salsa en abundancia. Te proponemos los mejores restaurantes catalanes y también madrileños para disfrutar de una buena calçotada.
Hasta el mes de abril, aunque siempre depende de las temperaturas, es posible tomar calçot en muchos lugares, pero no en todos se sirven los auténticos. La receta tradicional habla de brasas de sarmientos y platos que son tejas, pero bien es verdad que también aquí se ha introducido la vanguardia, pues no siempre es posible tener una cocina de leña. Nunca fallan el babero, también en las mesas elegantes, ni el romesco para salsa.
Si queremos comer buenos calçots lo mejore que podemos hacer es ir a Tarragona, donde las opciones son múltiples. Una apuesta segura es La Boella, en un edificio del siglo XII. Es un amplio complejo a la vez hotelero, gastronómico y de restauración. De allí sale el exclusivo aceite La Boella, y se puede comer observando sus olivares. Por 45 ¤ se toman aperitivos (con sus propias aceitunas), parrillada de carne y los calçots asados con sarmientos. Como en la región ésta es una tradición de siempre, son muchos los lugares casi centenarios que los preparan. En Can Rectoret, ubicado en una casa del siglo XVI, se cocinan sencillos y completos. Parece una tontería, pero siempre está bien saber dónde hay opciones más reducidas, pues para comer calçots, parece que haya que llenarse.
Masía Bou está en activo desde 1929, ahora a cargo de la cuarta generación de hosteleros. Aquí además se toma con salsa salvitxada, la que dicen es la auténtica, un romesco con más tomate y menos ñora. El menú cuesta 36.50 ¤.
Algo más austero es Casa Félix, cuya cocina no defrauda. Una calçotada con noche en su hotel cuesta en esta época 80 ¤, perfecto para una pequeña escapada de fin de semana. Aquí se sirve con longaniza y judías y cordero a la brasa.
Pero no solo se toman en Cataluña. Madrid también cuenta con algunos locales en donde probarlos. En Paradis se rebozan y solo están disponibles los viernes sábados y domingos. Aquí todo proviene de su huerto ecológico de Lérida y se acompaña de vino con porrón. En La Huerta de Lleida (Cuesta de Sto. Domingo, 16. Madrid) se pueden tomar de aperitivo (hay opción de ración) en una antigua cueva del barrio de los Austrias. Lo mismo sucede en Pedralbes, con un menú de 38 ¤ y donde la parrilla es de carbón.
Por último, el que probablemente esté más lleno de los alrededores de Madrid en esta época. El nombre ya indica su especialidad: Calsot. Sí con ese. Abierto únicamente en fin de semana aquí no faltan tampoco los embutidos y la parrillada. De beber, sangría de cava y como postre el tradicional músico: vino dulce, tipo moscatel, y puñados de frutos secos.
Fuente: Guía Repsol
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