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Enclaustrados como turismo religioso, los monasterios de la Comunitat pasan desapercibido por el turismo habitual. Sin embargo, algunso de estos edificios (y sus claustros) desprenden un encanto y una belleza concorde a la historia que tienen que contarnos.
La ruta de los Monasterios
En 2013, la Diputación de Valencia y los ayuntamientos de Alzira y otros de la zona decidieron mejorar una de las rutas más amplias y visitables de la provincia de Valencia, la ruta de los Monasterios.
Hay dos opciones de recorrerla: andando, hay una gran ruta señalizada de unos 80 kilómetros y que une las estaciones de tren de Alzira y Gandia. si no, en coche se puede hacer prácticamente el recorrido y visitar todos los monasterios propuestos.
Fundada por el Duque de Gandia Alfons el Vell, en el año 1388 para recoger los monjes Jerónimos que huían del Monasterio de Xàbia por los constantes ataques de los piratas Berberiscos.
De los recintos construidos destaca la torre de las campanas, donde pueden encontrar una copia de la inscripción que recuerda la fecha y el nombre del fundador, el doble claustro renacentista superpuesto, escalera de caracol gótica de la sala capitular, la iglesia, el jardín romántico y el acueducto gótico.
El monumento se puede visitar todos los sábados de 10:00 a 11:30 y hay visitas guiadas sábados y domingos a las 11:30.
Enclavado en el Monte Santo, denominado así por el Milagro de los Corporales que tuvo lugar, según narran varias fuentes históricas, al 1239 durante la Reconquista. Gaudió de grande trascendéncia al convertirse en un punto de referencia religioso. Actualmente también es punto de referencia paisajístico y natural por la grande pinada que lo rodea y por el algarrobo centenario que tiene delante.
El monumento fue propiedad de los Dominicos hasta la desamortización y actualmente pertenece a la Diputación de Valencia. Se puede visitar las mañanas de martes a domingo.
El Real Monasterio de Santa María de la Valldigna es uno de los que más impresionan en la ruta. Es de estilo cisterciense. Se fundó en el año 1298 por el rey Jaime II El Justo y estuvo habitado hasta el año 1835, fecha en la cual se produjo la desamortización de Mendizábal.
El monasterio se construyó en tres fases: la implantación gótica del siglo XIV conformando la estructura completa del conjunto alrededor del claustro de acuerdo a los cánones del Cister, la importante renovación sufrida después de las graves destrucciones del terremoto de 1396 y su segunda renovación y definitivo enriquecimiento después del nuevo terremoto de 1644, con sustituciones completas y nuevas dependencias, ya de etapa barroca, de los siglos XVII y XIII.
Se puede visitar de lunes a domingo con posibilidad de visitas guiadas, previa reserva.
Aunque sus orígenes se remontan al siglo XIII, el edificio actual se empezó a construir 300 años más tarde; y desde su ubicación ha sido testigo y ha vivido en primera persona algunos de los momentos clave en la historia de España.
El claustro es el elemento que sirve para articular el convento. Al sur está la Iglesia, al norte la granja, al este el gran edificio rectangular que con sus cinco pisos domina el espacio y al oeste están la torre campanario, la iglesia, el portalín de acceso al claustro y las edificaciones de la granja. Pese a ser el epicentro del terreno, el claustro es reducido; aunque destacan las tallas y los frescos que lo decoran.
Llegamos ya al Monasterio de Santa María de la Murta, cuyas obras empezaron en 1357 y se reemprendieron en 1401. Durante siglos este monasterio del orden de los jerónimos fue un lugar de peregrinación, al que acudieron personalidades históricas como el rey Felipe II el Prudente, además de aristócratas -la poderosa familia Vich contribuyó a su desarrollo- y eclesiásticos.
Pero lo más destacado es la gran torre que se levanta junto a la iglesia, que se conserva mucho mejor que el resto de estancias del monasterio. Su origen se estima entre los siglos XV y XVI, y servía para defender el Monasterio. En el entorno del monasterio hay una casona ajardinada del siglo XIX, una almazara, un nevero, balsas, una ermita rupestre e incluso un acueducto.
Otros monasterios en Valencia
El Real Monasterio de Sant Miquel, se encuentra en el cerro que se alza en el extremo sur de la localidad de Llíria. En la cima del conocido como Tossal de Sant Míquel, sobre las ruinas de la antigua y gran Edeta - importante yacimiento arqueológico que todavía hoy se puede visitar- se levanta el famoso santuario lliriano, dedicado al príncipe de las milicias celestiales, el Arcángel San Miguel.
Convertido en uno de los santuarios más importantes de la Comunidad Valenciana, son numerosos los visitantes que se acercan en peregrinaje a visitar este lugar tan especial.
En el Camp de Morvedre, a los pies de la sierra Calderona, se encuentra este Monasterio, especialemten cuidado por la orden franciscana.
Actualmente funciona como parroquia, ofrece hospedaje y tiene hasta un museo. Su visita puede complementarse con algunas de las rutas que ofrece la zona.
Dedicado a la patrona de Valencia, este monasterio es uno de los monumentos más majestuosos y mejor conservados de la provincia. Fue erigido por Jaume I y se ha mantenido hasta ahora como uno de los enclaves más significativos de la Historia de Valencia.
En la ciudad de Valencia encontramos tres buenos ejemplos de la importancia arquitectónica de los monasterios, ahroa reconvertidos para su uso público. El primero, el convento del Carmen, que ahora es el Centro del Carmen. sus dos claustros son un oasis en mitad de un barrio que no para. San Miguel de los Reyes y el antiguo convento de los Dominicos son ahora una bilbioteca y la sede del Ejército, respectivamente.
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