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Un sentimiento casi telúrico, un sonido medio atonal… El singular ritmo que convoca el canto de les albaes opera en el alma valenciana como el ... detonador de emociones muy viscerales, tan arraigadas en nuestra identidad como otros símbolos de esta tierra. Un arte que ejecutan, entre otros artistas, el grupo formado por el versador Boro de Paterna y los cantantes María Amparo y Pepe, acompañados por Pau a la dolçaina y Lluis al tabal, cuyo magisterio alumbra este reportaje, captado durante una velada de verano en Benimaclet.
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Sus cantos, atendidos en respetuoso silencio por una multitud de vecinos agrupada ante la puerta de la iglesia del barrio, que sólo se rompía al final de cada estrofa para prorrumpir en aplausos, donde palpita un intangible de alto valor: la magia. Es un himno a la identidad valenciana, muy emparentado con otras músicas como el blues y el flamenco, cuyos sones congelan el tiempo mientras se ejecutan, que ayuda a entender que la música tiene efectos curativos y también evocadores. Himnos donde palpita una sutil invitación a viajar en el tiempo, hasta la esencia huertana de Valencia. Un itinerario de vuelta a nuestras raíces.
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