blasco de avellaneda
Jueves, 23 de octubre 2014, 11:30
Durante toda la noche ha continuado la intensa presión migratoria sobre la valla fronteriza que separa la ciudad autónoma de Melilla de la provincia marroquí de Nador. Hasta tres acercamientos de diferentes grupos de inmigrantes se sucedieron en una madrugada convulsa para los agentes de ambos países y para el helicóptero de la Benemérita que no dejó de sobrevolar el perímetro desde las 05:00 horas de la madrugada.
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El primer acercamiento fue de unos 150 inmigrantes y tuvo lugar por la zona del cementerio musulmán, lugar por el que ayer lograron acceder a Melilla una veintena de subsaharianos. El segundo acercamiento, de poco más de 70 jóvenes, fue avistado más hacia el sur, cerca del paso fronterizo de Barrio Chino, por la vaguada del arroyo Mezquita.
Además, por esta última zona, muy próxima al Aeropuerto de la Ciudad, se sucedió un intento de salto de unos 50 inmigrantes, un par de horas después, sobre las 07:45 horas.
El amplio despliegue anti-intrusión, tanto por parte de las fuerzas marroquíes, como de la Guardia Civil, que llegó incluso a cortar transitoriamente el tráfico en la carretera de circunvalación de la ciudad, logró frustrar un salto en el que sólo un subsahariano consiguió acceder a la zona entre vallas.
Dada la gravedad de la brecha que presentaba en la zona del cuero cabelludo, la Guardia Civil requirió que se le prestara asistencia sanitaria por parte de los servicios de Cruz Roja, que lo trasladaron al Hospital Comarcal de la ciudad.
La extrema presión migratoria ha mantenido en alerta durante toda la madrugada a las unidades de la Comandancia de la Guardia Civil, de los módulos de los GRS destinados en Melilla y del helicóptero asignado a la vigilancia fronteriza. Así, ante un aviso de avalancha de otro numeroso grupo de subsaharianos por el área cercana al paso fronterizo de Beni Enzar, la aduana internacional entre Melilla y Nador tuvo que cerrarse por motivos de seguridad.
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Los internos triplican la capacidad óptima del CETI
El inmigrante que fue atendido en el servicio hospitalario de urgencias permanece acogido en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y se suma a los más de 1.200 internos que triplican la capacidad máxima óptima para un centro de acogida que vuelve a ver, tras un leve parón veraniego, cómo sus servicios vuelven a estar colapsados y al límite de ser ofrecidos con normalidad.
El hecho de que muchos estén consiguiendo saltar la valla después de tantos intentos sin entradas en los meses de verano es una de las claves de este incremento de la presión migratoria en Melilla. Además, hay que sumarle el inicio del mal tiempo en lo alto del monte Gurugú y la incertidumbre entre los inmigrantes dado el avanzado estado de las obras de impermeabilización fronteriza que lleva a cabo Marruecos y que consiste en instalar una valla de 2,5 metros de altura envuelta en concertinas de cuchillas y un foso de tres metros de profundidad. Ambas barreras contra inmigrantes están ya levantadas en la mayor parte del perímetro fornterizo.
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