Estupor entre los empleados por el despliegue policial

Tres menos diez de la tarde. Hora de entrada de los trabajadores del Palau de les Arts. Sorpresa es lo que tienen la mayoría de los empleados ante la detención de Helga Schmidt en la mañana de ayer. «Lo he visto en las noticias. Voy a enterarme ahora de lo que ha ocurrido», decía un trabajador. Hablan, pero nadie quiere dar su nombre como un empleado que tras negarse a dar su opinión se gira, antes de coger el ascensor, y comenta: «que cada cuál pague con lo que hace, ¿no?». Otro trabajador asegura que le parece «todo correcto mientras se investigue lo que se tenga que investigar» aunque asegura que la imagen de la Policía «es muy perjudicial, más de la que ya tiene el Palau», recalca mientras camina a paso rápido. Una joven asegura que «no le extraña nada las detenciones. Era vox pópuli». Entre los trabajadores causó estupor el llamativo despliegue policial que acompañó todo el registro.

Y el mutismo, quizá tensión, reina entre los que salen de trabajar. «No, no quiero hablar» o las palabras de una mujer que dice que «todo es muy fuerte, pero prefiero guardarme mi opinión para mí». Dos mujeres de la limpieza salen del Palau. Aseguran que lo único que les ha dicho la policía es que «no entráramos a determinadas dependencias y así lo hemos hecho. No sabemos nada más». Otra trabajadora apostilla que «llevábamos leyéndolo en prensa mucho tiempo. La verdad, que lo esperábamos». Las cinco y media de la tarde y los usuarios al Palau son más bien escasos. Una aficionada a la ópera se queda sorprendida al enterarse de lo que ha sucedido y apunta que «es cierto que había perdido mucha calidad el Palau. Está infrautilizado, no han hecho ni una función de teatro, musicales muy pocos y de danza un par», expresa C.C.V. mientras observa a la decena de periodistas congregados a captar las imágenes de Schmidt con la policía.