La 'Araña infernal' y los silbatos protagonizan un disparo de lo más original
Mítin del PPCV en Valencia.

Dedazo, primarias o gestora en el PPCV

Los populares valencianos ya no ocultan su descontento con la dirección nacional, exigen cambios y hasta se plantean la refundación

J. C. Ferriol

Jueves, 4 de junio 2015, 21:07

El debate se ha instalado en el partido. El PP valenciano ha expresado en los últimos seis días su decepción con la dirección nacional que preside Mariano Rajoy. Se trata de una situación inédita, porque si por algo se ha caracterizado siempre la formación que todavía preside Alberto Fabra ha sido, precisamente, por la lealtad hacia la cúpula del partido. Incluso cuando Génova decidió quién debía tomar las riendas de la organización tras la dimisión de Francisco Camps

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Pero el 24 de mayo lo ha alterado todo. Los resultados de las elecciones han dejado sin nada a cientos de alcaldes, concejales y cargos públicos. Y lo que hasta ahora era fidelidad absoluta hacia la calle Génova -incluso pese a las desautorizaciones con la reforma de la financiación, el engaño de la reforma de la ley electoral o los menosprecios al partido- se ha tornado en críticas públicas. "Nos ha matado la marca PP", proclamó el jueves un alcalde en la reunión de la junta provincial de Valencia. "La comparecencia de Rajoy (para valorar los resultados electorales) ha sido bochornosa", proclamó otro alcalde.

El PP valenciano debate sobre la profundidad con la que aplicar el bisturí. Porque la operación es inaplazable. Dejar las cosas como están, que es aproximadamente lo que Rajoy anunció el pasado martes que pretendía hacer, conduce sí o sí al desastre, a la "implosión absoluta", en palabras de uno de los más destacados cargos valencianos del PP. Entender que las cosas deben seguir como están no sólo no tapona la hemorragia, sino que hace la herida más grande y provoca más pérdida de sangre. No cabe la táctica del avestruz.

En una coyuntura así, no parece probable que el PP valenciano aceptara el dedazo, la denominación más o menos coloquial que alude a la imposición de una decisión. A Alberto Fabra se le aceptó impuesto por Madrid -Alfonso Rus fue el que más discrepó de aquella decisión- entre otras razones porque no alteraba la situación del partido: las elecciones se acababan de ganar y cambiar al presidente regional no alteraba la situación de alcaldes y concejales.

Pero ahora es distinto. Si Génova optara por una solución similar, es decir -en el caso de una hipotética renuncia de Fabra-, que Madrid decidiera quién es el nuevo presidente para que el comité ejecutivo regional formalizara la propuesta y la junta directiva lo ratificara, el partido podría levantarse en armas. Sólo el escenario de que esa decisión fuera previamente consensuada con los barones provinciales evitaría el conflicto.

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Ese escenario es, por ahora, una mera hipótesis de trabajo, porque lo que Fabra ha anunciado es que tomará posesión de su escaño en Les Corts e incluso que será el portavoz en el debate de investidura del nuevo presidente.

Lo que no es una conjetura es la apuesta que cada vez más cargos del partido en la Comunitat hacen ya por la celebración de primarias o la limitación de cargos. La coordinadora general, Isabel Bonig, es una ferviente defensora de dar la voz a la militancia para que participe en los procesos de elección del partido. Las direcciones provinciales de Valencia y Alicante ya han anunciado la celebración de jornadas para abordar estas propuestas, y se da por hecho que saldrán adelante.

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El giro que da el partido en relación con esta propuesta es de 180 grados. Hasta la fecha, el PP había huido como del aceite hirviendo de la elección de candidatos mediante procesos de primarias, una fórmula generalizada entre las formaciones de izquierda. Es cierto que, hasta la fecha, al PP no le había resultado necesario explorar otros mecanismos para elegir a sus cargos, entre otras razones, porque los utilizados hasta la fecha habían dado resultado. El 24-M demuestra que ya no, y que hay que mover ficha. "Es necesario que se tomen decisiones desde la legitimidad (que supone la consulta a la militancia). Sin legitimidad es imposible la unidad", explica una de las cabezas mejor amuebladas del PP valenciano.

La celebración de primarias cuenta con el inconveniente, a corto plazo, que no es un procedimiento de designación de cargos o de candidatos aprobado por el partido. Y sin el visto bueno de Madrid, al menos en teoría, no hay forma posible de recurrir a ese formato -y si se hiciera no tendría validez-. El congreso nacional de los populares será a principios de 2016. Y es muy probable que tanto el PP de Valencia como el de Alicante presenten un documento previamente, reclamando la aprobación de esa iniciativa.

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Medidas radicales

Algunas voces en el PPCV consideran que esa vía, la de explorar cambios en los estatutos para abrir el partido a la militancia, ya no alteraría demasiado la caída libre en que se encuentra el partido. Las medidas deben ser radicales y son urgentes, se sostiene. "Congreso extraordinario ya". "Que nombren una gestora". "Cuando uno tiene colesterol, el médico no le da el tratamiento para ocho meses después". Son algunas de las frases que se han escuchado en las reuniones de análisis de los resultados del 24-M.

¿Qué opciones quedan? El congreso extraordinario ha quedado descartado desde Génova, después de que se insistiera en que los cónclaves regionales no se producirán hasta después de las generales. El nombramiento de una gestora requiere de la dimisión previa de Alberto Fabra -escenario que muchos cargos en el PP consideran improbable, aunque entienden que es el que más convendría al aún presidente-.

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¿Y la refundación? La detención de Serafín Castellano el viernes ha acentuado el estado de desolación en el PPCV. Muchos dirigentes no ven más salida para el partido que la de reinventarse por completo, con otras siglas, otra imagen y otro discurso.

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