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Fulminados en cuatro años

Fulminados en cuatro años

El PPCV ha visto triturados a sus principales referentes políticos. La legislatura que ya termina, marcada por las causas de corrupción que han afectado a relevantes cargos, concluye con un batacazo electoral que arrastra a los pocos líderes que se mantenían en pie

J. C. Ferriol

Jueves, 4 de junio 2015, 21:03

¿Qué va de lograr 55 escaños a quedarse en 31? Evidentemente, un batacazo electoral mayúsculo y una crisis a la que no resulta sencillo buscarle solución. Pero la pregunta es otra. ¿Qué va de la cita electoral de 2011 a la que el pasado domingo arrasó con el PP valenciano? Pues en el caso de los populares de la Comunitat, lo que ha ido es la caída de los principales referentes del partido. Pero no cuatro o cinco, no. Toda una generación de líderes del partido en la Comunitat, algunos de ellos, veteranos que han jugado un papel protagonista en las dos décadas de mayorías hegemónicas del partido en la Comunitat, ha saltado por los aires. La ola del 24 de mayo ha triturado a algunos de los principales referentes populares, como el propio presidente regional, Alberto Fabra -que ya ha anunciado que no optará a la reelección y a quien muchas voces de su partido le están pidiendo que se aparte- o la alcaldesa de Valencia -que ha visto reducida a la mitad la representación del PP en el Ayuntamiento de Valencia.

Pero el terremoto del domingo no es la principal causa de la sacudida que ha acabado con la práctica totalidad de la primera línea del PP valenciano de hace apenas unos años. El gran responsable de muchas de las caídas que se han producido en la primera línea del partido es la corrupción. Serafín Castellano, hasta el pasado viernes delegado del Gobierno en la Comunitat, exsecretario general del PP valenciano y exconseller con todos los presidente de la Generalitat que ha tenido ese partido, es el ejemplo más reciente. Su detención, junto a varias personas más, supone el final de una carrera política dilatada, caracterizada precisamente por la capacidad del político valenciano para sobrevivir a las situaciones más complicadas -alentó el plante zaplanista contra Camps en 2004 en Les Corts, y acabó siendo conseller con éste-.

Castellano, paradojas de la vida, había logrado esquivar por lo pelos el batacazo electoral del domingo. Su salida de la secretaría general un año antes y su nombramiento como delegado le habían permitido resguardarse en el despacho de la calle Colón ante una cita electoral que tenía mala pinta, y que ha resultado ser incluso peor.

Desde ese despacho, Castellano había observado la caída sólo unas semanas antes de Alfonso Rus, compañero de partido e histórico adversario en la provincia de Valencia. El aún alcalde de Xàtiva fue víctima del fuego amigo de Marcos Benavent, un colaborador cercano que estuvo a su lado desde el inicio de su vida política sin que el presidente de la Diputación de Valencia -tiene delegadas las funciones- sospechara que día a día le había estado grabando todas sus conversaciones.

El primero en caer fue Francisco Camps. El expresidente tuvo que presentar la dimisión apenas un mes después de haber logrado esos 55 escaños con los que el PP se despachó en las autonómicas de 2011. La causa de los trajes de Gürtel, de la que acabó siendo absuelto, terminó con una carrera política que, de tan prometedora que resultaba apenas unos años antes, le había situado incluso en la nómina de aspirantes a sustituir a Mariano Rajoy. Camps acabó cayendo, y el hecho de que buena parte de las causas judiciales abiertas sobre el PP se produjeran bajo su gestión ha terminado de achicharrar su imagen pública.

La crónica de dirigentes populares triturados esta legislatura incluye una capítulo específico para Carlos Fabra. El que fuera todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón, líder provincial de su partido, y por encima de eso, el caudillo de toda una provincia, permanece en prisión desde el mes de diciembre del año pasado, tras ser condenado por varios delitos fiscales. Otro histórico, Rafael Blasco, espera esquivar la prisión gracias al recurso que ha presentado ante el Supremo, tras ser condenado por tráfico de influencias, prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos en la causa de Cooperación. Apenas unos pocos referentes del PP se han apartado sin mediar una causa que les haya obligado sí o sí a dejar su puesto. Paula Sánchez de León decidió dejar la delegación del Gobierno para abrir su propio despacho de abogados. Antonio Clemente dejó la secretaría general del PPCV por decisión de Fabra (pese a lograr para él su único éxito electoral en las generales de 2011).

En todo caso, la suma de factores debe dar como resultado un cambio absoluto de liderazgos en el PP.

Los 25 dirigentes apartados

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